Polen satánico

por Antonio Gil
Diario El Mercurio, jueves 2 de diciembre de 2010

Durante la temporada agrícola 2008-2009,
los cultivos transgénicos en nuestro país
alcanzaron dimensiones de un reino:
30.101 hectáreas, lo que representa
un espectacular salto en relación
con la temporada anterior.

De ese total, el maíz transgénico
es el campeón indiscutido de la categoría,
con nada menos que 20.911 hectáreas cultivadas.

No hay datos actualizados al 2010,
pero todo hace suponer
que el negocio florece silenciosamente
en todas las regiones rurales del país,
buscando convertirse en un oscuro imperio
que abarca incluso reservorios de variedades altiplánicas.

Un dato curioso:
el Servicio Agrícola y Ganadero
no autoriza la producción transgénica
para consumo interno,
pero permite el cultivo de semillas
para ser vendidas a otros países.

De hecho, el 95 por ciento
del maíz transgénico
cosechado en Chile
se vende a Estados Unidos.

Lo que la autoridad agrícola
pareciera desconocer o soslayar,
pese a sus muchos estudios
y equipos de expertos
atiborrados de postítulos y doctorados,
es que el maíz transgénico
ha mostrado ya sin asomo de dudas
su eficiencia para contaminar
nuestras variedades tradicionales
con su polen satánico.

¿Piensa que exageramos?

Es importante que todos sepamos
que esta moderna "brujería"
llamada "diseño genético"
ha logrado verdaderas proezas
a fin de ofrecer
un menú alterado artificialmente,
entre los que destacamos
esta apetitosa carta,
que está para chuparse los dedos:
papas con genes de lenguado,
lechugas con genes de tabaco,
pinos con genes de ovejas
y, más siniestro todavía,
vacas, gallinas, cerdos y peces
con genes humanos.

La variedad conocida como maíz escorpión
es a nuestro juicio el mayor de los peligros
que acechan hoy a nuestras viejas humitas,
pastel de choclo y porotos granados
con mazamorra o pilco.

La ingeniería genética consiste,
en líneas gruesas, en separar (parte)
del ADN de un organismo e instalarlo en otro.

Es así como separan genes de escorpión
para introducirlo al maíz, logrando
que la planta desarrolle su propio "insecticida".

¿Y qué sucede cuando uno lo come?  Misterio.

¿Y cuando su familia como un pollo
alimentado con ese maíz?
Otro misterio más insondable todavía.

¿Y cuando su polen entra en la flor de otras variedades?
Fácil, lo convierte en su hermano, de la misma manera
en que un vampiro muerde el cuello de un indefenso dormido.

De modo que, si esta variedad,
fruto de la magia negra genética,
sigue "violando" reiteradamente
las variedades nativas,
muchas de las cuales se remontan
a varios siglos antes de la llegada de los españoles,
dentro de un par de años todo el maíz de Chile
podría tener incorporada en su información genética
las características de estos arácnidos
dotados de dos tenazas y una cola
provista de un venenoso aguijón.

Detalles que lo acercan bastante
al aspecto  que le imaginamos
a la multinacional Monsanto
y otros monstruos globales,
para los que no existe
el mañana del planeta,
ni menos esa frágil abstracción,
víctima de las dictaduras
imaginables e inimaginables,
llamada la raza humana.

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