Aunque sea con muletas, Iván
por Antonio Martínez
Diario El Mercurio, Revista Wikén, años noventa
Vamos, corazón de chileno.
Levántate y anda.
¿De qué estás hecho, Iván?
¿Me vas a decir que una patadilla
te dejará en cama? ¡Arriba, carajo!
Trece millones de chilenos te apoyan.
Tira pa' arriba, m...
Sé que te han dado duro
porque eres bueno para la pelota
y saltas como nadie...
Pero hombre, tú puedes, tu siempre puedes.
Queda el último partido, la gota que derrama el vaso,
y ahora no puedes arrugar.
Tienes que estar ahí
por el bien del Real, de Chile,
de Manuel Rodríguez Aravena,
de Clos de Pirque, de Hamburguesas Sofría
y sobretodo, ahora, Iván, no puedes defraudar
a Milton* y a Héctor**, que fueron
los primeros en jugársela por ti.
No puedes, Iván, no puedes, ¿me entiendes?
Además, ¿a quién le ha ganado el Tenerife?
Bueno, al Real le quitó el título el año pasado.
Pero no estabas tú, Iván. Y eso se notaba.
Qué importa la historia cuando
ahora tú la estás escribiendo, Iván.
Con esos saltos acrobáticos,
esas voleas milimétricas,
es pique de pata embarazada,
esa marca atosigante,
esos goles y el gustillo ése.
Electrificas, Iván, a este país
olvidado en un rincón de América.
Las calles están vacías cuando tú juegas.
Este Chile de generosos mostos y bellas mujeres.
El de la canción nacional más hermosa
y la segunda bandera más linda del planeta,
el de Julio Jung y Carlos Pinto,
no es el mismo de antes.
Digámoslo, Iván: sin ti no somos nada,
nadita de nada. Por eso, no nos falles,
ya que porque no tenemos nada,
queremos tenerlo todo.
Ahora vístete de corto,
amarra esos cordones
de los botines goleadores,
respira hondo,
mira hacia el frente,
péinate la melena sudaca
y salta a la cancha a hacer lo que sabes.
Y jamás olvides, nunca olvides,
que estamos contigo en la distancia.
Suerte, pillín.
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*: Milton Millas ; **: Néstor Vega Onesime
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