75 Años no parece un tiempo muy prolongado
para un benedictino, considerando el tiempo
transcurrido desde que San Benito de Nursia,
considerado el iniciador de la vida monástica
en Occidente fundó la orden benedictina
bajo la regla que lleva su nombre
en el Siglo VI de la era cristiana.
Sin embargo, para valorar lo que ha significado
para la Iglesia y para Chile como luminoso
faro de fidelidad para que en todo
sea Dios glorificado, además de
constituir de múltiples maneras
en un referente cultural.
Con ocasión de los 75 Años
del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes
se celebró una Eucaristía de Acción de Gracias, presidida
por el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati
el día miércoles 4 de diciembre de 2013 en la iglesia abacial.
• Historia del Monasterio Benedictino
Nacimiento del Monasterio Benedictino de Las Condes
No obstante la venerable antigüedad de los benedictinos, siglo VI, y consecuentemente, la abundancia de monasterios que pueblan el viejo mundo testimoniando públicamente su existencia, América española, por expresa disposición de sus reyes, se vio privada de tal testimonio. Se estimó desde principios del siglo XVI que la introducción de órdenes contemplativas masculinas restaría vocaciones a los mendicantes, en perjuicio de la urgente tarea de evangelizar a los naturales. De tal modo se prescindió de un activante elemento espiritual en la construcción de la cristiandad del nuevo mundo, no superado hasta fines del siglo XIX. Es de notar que en los dominios americanos de la corona portuguesa no se observó análogo criterio, fundándose varias casas en el mismo siglo XVI.
El primer monasterio benedictino del cono sur en América española será el de Niño Dios, en la provincia argentina de Entre Ríos en 1899, correspondiendo la iniciativa - a la abadía francesa de BelIoc, de la Congregación Benedictina Sublacense. La primera fundación hecha en Chile fue el priorato de Nuestra Señora de la Nieves, en el camino a Puente Alto, ocurrió en marzo de 1920 como iniciativa de la abadía gallega de Samos, de la misma Congregación Sublacense.
Los orígenes del monasterio de la Santísima Trinidad de Las Condes se remontan más o menos a 1916, cuando don Juan Subercaseaux, futuro Arzobispo de La Serena, estudiaba en el colegio Pío Latinoamericano de Roma. Allí había tenido la oportunidad de conocer a los benedictinos de Solesmes, concibiendo la idea de que pudiesen efectuar una fundación en Chile.
De setiembre del citado 1916 data una carta en la que confía a una de sus hermanas tales proyectos. Concertábanse en tal iniciativa, explicaba, don Manuel y don Jorge Larraín, futuros Obispos de Talca y Chillán, monseñor Luis Enrique Izquierdo, que lo era de Concepción, y nada menos que el Cardenal Billot.
El padre Mauro Matthei ha relatado con detalle los orígenes de la abad ía de Las Condes y dentro de ellos el resultado de estas primeras iniciativas de don Juan Subercaseaux: "ante todo —dice— le faltaba a él y a sus amigos la voluntad de entrega personal: se deseaba tener benedictinos en Chile, pero ninguno de ellos pensaba ser benedictino". Sería Pedro Subercaseaux, hermano de Juan, quien, por providencial designio y bajo otras circunstancias, llevará a cabo la idea.
• Dom Pedro Subercaseaux
OSB
Era hijo de don Ramón Subercaseaux Vicuña, que había sido Ministro de Relaciones Exteriores y Embajador en Berlín, Roma y el Vaticano, notable pintor y escritor, y de doña Amalia Errázuriz Urmeneta, dama de excepcionales virtudes.
El padre Pedro nació en Roma el 10 de enero de 1880. Recibió esmerada educación en un marco de vida profundamente cristiano, tanto en el seno de su ejemplar familia como en los mejores colegios que las misiones diplomáticas de su padre le permitieron frecuentar. Por sobre todo, su extraordinaria disposición para el dibujo y la pintura movió a su padre, pintor al fin, a proporcionarle todas las facilidades posibles para desarrollar este don natural, en contacto con los profesores e instituciones más capacitadas que Europa podía ofrecer a este fin.
El pintor de las glorias de Chile, como se le ha llamado, destacó ya en París, en los tiempos de estudio en la Academia Julian, en los bocetos relativos a composiciones “de género”, uno de los cuales, el abrazo de Maipú, esbozado en esa época, habría de servirle de base para el gran cuadro presentado al concurso internacional en Buenos Aires, con motivo del Centenario de la Independencia Argentina. Puede decirse que no hubo suceso de nuestra historia que escapara a su imaginación de artista, siendo traducido a evocadoras telas marcadas por su inconfundible sello, considerándosele con justicia uno de los más importantes valores de la plástica contemporánea.
En 1906 contrajo matrimonio con Elvira Lyon Otaegui, dama de extraordinaria finura espiritual y profundamente cristiana. En un viaje a Europa en 1919 visitaron diversos monasterios y, estando en misa en Quarr Abbey, en la isla de Wight, Inglaterra, donde estaba trasladada por razones políticas la comunidad de Solesmes, les tocó la lectura del evangelio de Mateo 19, 27: “todo aquel que haya dejado casas, hermanos, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna”. De común acuerdo sintieron ambos esposos el llamado divino, sobre el cual habían conversado antes muchas veces y decidieron dar los pasos para llevarlo a la práctica.
Al efecto, en una audiencia privada tenida con Benedicto XIV, confiaron al Santo Padre su decisión, recibiendo paternalmente su apoyo, los indultos necesarios y sus bendiciones. Doña Elvira ingresó al noviciado de las Damas Catequistas de Loyola, España, el 15 de agosto de 1920, haciéndolo su esposo a continuación al monasterio de Quarr.
La decisión fue comunicada por carta a sus padres, que sufrieron por esta determinación tan extraordinaria como imprevista. Don Ramón, incluso, interpuso su poderosa in fluencia en las esferas vaticanas para ver de lograr disuadir a su hijo de un experimento peligroso, poniéndose para ello en contacto con monseñor Tedeschini, sustituto de la Secretaría de Estado. En su respuesta éste diría a don Ramón: "El Santo Padre es de opinión de que la decisión de don Pedro no fue ni precipitad ni producto de influjos externos. Su edad y su carácter o capacitan para obrar con pleno conocimiento. Su entrada al monasterio se debe a la eximia devoción que siempre ha ornado su alma y de la cual sólo son 'culpables' sus padres tan amados. Su hijo Pedro, que era feliz en el mundo y en la libertad y que sin embargo prefirió la pobreza de Jesucristo para seguir el camino de perfección, se convertirá en un luminoso ejemplo para todos y dará nuevo lustre a la nobleza de su familia".
En su nuevo género de vida, Dom Pedro no pensaba en fundaciones benedictinas en Chile; su formación transcurrió en plena paz y sepa ración del mundo, siempre trabajando en sus pinturas, según el deseo de sus superiores. En cierta ocasión el Abad Dom Delatte le pidió que ilustrara una vida de San Benito, agregando, “pero no se apresure. Hágalo con mucha paz; porque el trabajo de un benedictino debe brotar de la paz y conducir a ella”. El monasterio de Las Condes conserva las acuarelas originales de esta vida.
• Fundación
Fundación del Monasterio Benedictino de Las Condes
Con ocasión de la muerte de doña Amalia, acaecida al llegar a Barcelona en marzo de 1930, Dom Pedro fue autorizado para acompañar a su padre a Chile, oportunidad en que se le hizo manifiesto el vivo deseo de numerosas personas e instituciones de Iglesia respecto a la fundación de un monasterio benedictino. Entre otros Monseñor Carlos Casanueva, rector de la Universidad Católica, hacía proposiciones formales, si bien un tanto fantásticas, ofreciendo terrenos en el cerro San Cristóbal. Don Juan Subercaseaux, a la sazón rector del Seminario, era otro de los interesados, lo que no es de extrañar, si se tiene presente sus primeras iniciativas durante su época de estudiante en Roma.
Por entonces un seminarista de Santiago, Eduardo Lagos Arraño, que manifestara a su rector su vocación a la vida monástica, fue enviado a Quarr, profesando allí en febrero de 1932. Futuro monje de Las Condes, el padre Eduardo sería su primer Abad en 1980.
Durante estos años, mientras Dom Pedro, ya entusiasmado con la idea, interesaba a sus superiores en Quarr, con encomiable diligencia, un caracterizado grupo de seglares y eclesiásticos se movía en Chile para lograr la deseada fundación. Don Juan los capitaneaba.
Sucede entonces un largo y farragoso período de gestación y concreción del plan fundacional, que tropezaba con la prudente resistencia por parte de Abad de Solesmes, Dom Cozien. Una fundación tan lejana no dejaba de plantear graves interrogantes y este género de obras debían ser probadas. Su verificación sería el triunfo de la paciencia ante voluntades aparentemente inconmovibles.
Es digno de resaltar, durante todo este tiempo, el esfuerzo no sólo de don Juan, sino de toda la familia de Dom Pedro, que, oportuna e inoportunamente, movió todos los resortes al alcance de su mano para lograr el deseado objetivo. Entre los muchos capítulos de aquel auténtico drama resalta la intervención de don León Subercaseaux, el hermano menor. Agregado a la Embajada cerca de la Santa Sede, que en 1935 traba contacto con el Cardenal Secretario de Estado, Monseñor Pacelli, a fin de que presionara algo al Abad de Solesmes y decidiera la fundación.
En el intercambio de correspondencia habida en esta ocasión se manifestó claramente el interés de la Santa Sede en esta iniciativa, a la vez que las ideas personales del futuro Pío XII. Asi se lo expresó en abril de 1936 al Abad Primado de los benedictinos padre Fidelis von Stotzingen y posteriormente a la esposa de don León. En la mente del Cardenal Pacelli, la Congregación de Solesmes debería emprender la fundación “hasta que llegado el momento pudiese formarse una congregación sudamericana”. Si la abadía francesa se negaba a esta iniciativa, “se recurriese a la archiabadía alemana de Beuron”. Cabe adelantar que este planteamiento, con pequeñas modificaciones se verificaría de hecho en la práctica.
Hubo aún más. En 1936, con ocasión de una visita del obispo castrense, monseñor Rafael Edwards, a Roma, después de tratar el tema con el Abad Primado y el célebre Cardenal Schuster, Arzobispo benedictino de Milán, visitaba al Abad de Solesmes, a nombre de los obispos de Chile. Al informar a don Juan Subercaseaux del resultado de la entrevista expresaba: “Le he manifestado con cierta tenacidad que todos los obispos de Chile deseamos vehementes esta fundación y que pensamos que ella es un complemento del establecimiento de la Iglesia en Chile. Le he agregado que deseamos que sea Solesmes quien funde; por el gran poder de irradiación que tiene Francia y éste su admirable monasterio y que no nos mueve el desear esta fundación el simple deseo de tener más operarios del Evangelio en Chile (que harto lo necesitamos), sino el deseo de introducir la vida contemplativa y benedictina entre los hombres para rendir culto más perfecto a Dios, para atraernos mayores gracias y para señalar este ideal a nuestros fieles”.
Este planteamiento que definía con gran exactitud el objetivo y orientación de la futura casa, sería acogido con benevolencia por Dom Cozien, quien manifestó a monseñor Edwards que en último término el Capítulo General de su Congregación resolvería la petición. Este se reunió en julio de 1937 y, entre otras importantes materias, aprobó la elevación a abadía del priorato de Quarr y la fundación del monasterio chileno, encargándole a la citada comunidad su verificación.
Entretanto el mismo año se había constituido aquí una “Sociedad Mobiliaria de Las Condes”, encargada de recaudar los fondos para a futura casa y administrarlos. Su presidente sería el distinguido historiador don Carlos Peña Otaegui, amigo de Dom Pedro desde su juventud y primo hermano de doña Elvira; integraban el directorio don Horacio Valdés, cuñado del mismo padre, el presbítero Elías García Huidobro, don Juan Lyon. Un considerable aporte de la insigne benefactora doña Loreto Cousiño de Lyon permitiría la adquisición de la chacra Lo Herrera y la construcción del edificio.
Cupo al primer Abad de Quarr, Dom Gabriel Tissot, como se dijo, abordar la obra, para cuyo efecto se trasladó a Santiago con Dom Pedro Subercaseaux en febrero de 1938. Aquí desplegó extraordinaria actividad, estableciendo contacto con las instancias pertinentes y elaborando un plan entre cuyos puntos destacaban los criterios para la admisión de los primeros postulantes, posibles trabajos comunitarios, incluidos los artísticos.. “El señor Arzobispo —expresaba— ha manifestado que tiene mucho interés en dejar que la obra se funde y se desarrolle en toda libertad, según sus propias tradiciones y sin injerencia de parte suya que pudiese desviar a la comunidad de su ideal monástico. Todos están de acuerdo en reconocer las ventajas que aportaría un monasterio cuyo ideal seria, en el fondo, Solesmes”
El padre Subercaseaux quedaría en Santiago y Dom Tissot, de regreso a Quarr, preparaba el envío de los fundadores. En la correspondencia con la Santa Sede, entablada con el objetivo de obtener las licencias canónicas para el nuevo establecimiento, el Cardenal Pacelli le manifestaba en julio, en una detallada carta y refiriéndose al Santo Padre: “Debe El sin embargo expresar un deseo: y es que sean tomadas las precauciones y las medidas necesarias a fin de que puedan ser guardadas la regularidad y el fervor de la vida monástica. Su intención es, pues, que desde el momento en que la construcción del nuevo monasterio lo permita, los religiosos que deban ocuparlo sean enviados en número suficiente como para que la Regla monástica pueda ser observada plenamente”. Oportunamente se verá la profunda exactitud que tendrían estas sabias prevenciones.
El viernes 28 de octubre de 1938 llegarían a Santiago los fundadores. De Prior vendría Dom Henri Berard, nacido en agosto de 1880, habiendo profesado el 29 de mayo de 1904. Ordenado sacerdote el 24 de junio de 1909, desempeñaría, antes de venir a Chile, el importante cargo de Prior de Solesmes. El ecónomo cerelario sería Dom Marcel Blazy. A él se le deben las primeras páginas de la crónica del monasterio desde el momento de su instalación y, desgraciadamente, como consecuencia de la guerra, sería pronto llamado a Francia. Allí sería elegido Abad de Sainte Anne de Kergonan el 27 de mayo de 1963. Dom Jean Desrocquettes vino con el doble cargo de maestro de canto y organista; retornaría a Quarr en julio de 1948, para desempeñar esos oficios con su natural maestría, en setiembre de aquel año, en que debió hacerse cargo, hasta 1950, del Pontificio Instituto de Música Sagrada de Roma. El hermano Rafael van Hecke sería el encargado de los trabajos agrícolas.
El padre Pedro Subercaseaux, que se uniría al grupo aquí, los esperaba junto al Ministro de Francia y numerosos, amigos de la fundación, cuyo primer domicilio sería la chacra Lo Fontecilla, de don Carlos Peña. De inmediato comenzaría la recitación del Oficio Divino y la vida regular.
• Solesmes
El Monasterio Benedictino y la Congregación de Solesmes
El 4 de diciembre se verificaría la solemne bendición de la primera piedra del futuro monasterio, proyectado noblemente en albañilería reforzada, con ladrillo aparente, por el arquitecto Juan Lyon. Hoy constituye el pabellón más antiguo del Hospital de la Fuerza Aérea. Sin embargo la construcción se dilataría por un par de años, de modo que la generosa hospitalidad brindada por don Carlos Peña debió ampliarse más de lo previsto. Las hermosas casas de Lo Fontecilla, construidas a partir de 1647, se prestaron admirablemente para acoger a la pequeña comunidad, privando automáticamente a su dueño de su uso, que debió limitarse a un pequeño departamento independiente sobre la sacristía de la antigua capilla.
En ésta celebrábase con puntual devoción y dignidad la diaria misa conventual y el oficio, quedando como recuerdo un crucifijo diseñado y pintado por el padre Pedro, al igual que una tarja con el lema PAX sobre el portón de ingreso a las casas.
Aunque no faltaron los candidatos, la precariedad de aquella pequeñísima comunidad, pronto reducida por el regreso de Dom Blazy, sería un factor que conspiró contra la perseverancia de las primeras vocaciones. El padre Mauro Matthei, cuya historia del monasterio hemos venido parafraseando, atribuye a esta causa las dificultades iniciales; acotando las palabras del Cardenal Pacelli, antes citadas, expresa: “Habría de tener consecuencias des favorables para el Monasterio.., el que estas sabias disposiciones de la máxima autoridad de la Iglesia no hubiesen sido tomadas suficientemente en cuenta... el pequeño grupo de cuatro monjes... no pudo proyectar una imagen de la vida monástica suficientemente convincente como para atraer y sobre todo retener a postulantes”. El casi inmediato estallido de la guerra mundial impediría el reaprovisionamiento material y espiritual por parte de la abadía fundadora, en tanto que el desconocimiento local de la vida monástica tornaba lentísimo el eventual flujo de buenos candidatos.
A pesar de que a partir de 1943 se contó con el padre Eduardo Lagos, la vida comunitaria se vio muy limitada en su capacidad de desarrollo, de modo que cuando cuatro años después se verifica la visita canónica de la casa, se acuerda su supresión.
Quedaba a los padres Subercaseaux y Lagos la tarea de obtener, como último esfuerzo antes de reintegrarse a Quarr, el patrocinio de alguna de las congregaciones benedictinas para asumir la fundación. Se contó, en este trance, con la colaboración de diversas amistades, entre ellas don Pedro Errázuriz y don Gustavo Lagos, quienes, en el entendido de que el padre Abad de Solesmes se había inhibido de tal búsqueda, prohibiendo a la vez a los padres chilenos realizar gestiones por su propia cuenta, debieron establecer los contactos pertinentes. El segundo de los citados, tratando de interesar al Abad Dom Martin Muchler, traba contacto en Río de Janeiro con el padre Pablo Gordan, monje de Beuron, quien sí tomó particular interés en el sostenimiento de la fundación chilena, logrando luego que su archiabadía asumiera tal tarea.
El padre Eduardo recuerda que en determinado momento se tuvo el "sí" de dos importantes abadías europeas dispuestas a heredar a Solesmes en el sostenimiento de Las Condes; en la duda decidieron, con el padre Pedro, consultar la opinión del Nuncio Apostólico quien, después de oírlos atentamente, les respondió con la más absoluta seguridad: "ni pensarlo, los alemanes..."
• Beuron
El Monasterio Benedictino y la Congregación de Beuron
Los cuatro primeros monjes beuronenses arribaron a Santiago el 4 de diciembre de 1948, iniciándose el 8, fiesta de la Inmaculada Concepción, la instalación oficial. En este primer grupo habían llegado el Padre Prior Odón Haggenmuller, posteriormente Prior de Beuron y actualmente de Lliu Lliu, en la diócesis de Valparaíso; el padre Silvestre Stenger y los hermanos Antonio Maunz y Leonardo Koch. A continuación se agregaría al padre Bruno Seeger, el padre Pablo Gordan, el padre Desiderio Schmitz y el hermano Baltazar Kurfess.
Aún se agregarían los padres Bonifacio Sultrup y Angel Graf y los hermanos Teodoro Omonsky y Enrique Hugler, en total doce monjes, apreciable dotación que permitiría una implantación completa de la vida regular. Al igual que en el caso de los fundadores solesmenses, la archiabadía de Beuron había cedido miembros óptimamente capacitados para cubrir las diversas responsabilidades de la comunidad. Debe agregarse a los citados el padre Adalberto Metzinger, quien sucedería en 1959 al padre Odón como Prior, hasta 1970, regresando a Beuron en 1972.
Pronto afluirían las primeras vocaciones chilenas y, en el plan jurídico, la casa sería elevada a Priorato conventual el 6 de julio de 1956. El hermoso edificio, parte de un proyecto más amplio, sería vendido en 1953 a la Fuerza Aérea, que, como se indicó, lo habilitó como hospital. La comunidad había adquirido sus actuales terrenos y, en plena etapa de construcción, hubo de desalojar la casa anterior para permitir su adaptación al nuevo destino. Desde agosto de 1955 y durante todo el año siguiente debió de gozar de la hospitalidad de la Congregación de Santa Cruz (Holy Cross), a los pies del cerro Calán.
Cupo al padre Prior Odon la responsabilidad de emprender la construcción del nuevo monasterio; a su sucesor, el padre Adalberto, la de la iglesia y hospedería; al cuarto superior, padre Eduardo, la de la portería, refectorio, servicios y biblioteca, con lo que se completaron las construcciones.
Durante este período el padre Metzinger obtuvo las licencias necesarias para elevar los estudios del monasterio a teologado, aprovechando la existencia, dentro de la comunidad, de varios monjes con los títulos y conocimientos adecuados para poder impartir clases dentro del nivel exigido, completando la dotación del currículum académico con el recurso a profesores invitados, que fácilmente podían acudir desde Santiago.
Este teologado se puso a disposición de los monasterios hermanos más próximos, que así aprovecharían la posibilidad de dar a sus jóvenes la adecuada formación, dentro del marco propio de a vida regular. Entre los estudiantes se contó con grupos de los monasterios de-Puente Alto, Viña del Mar, y de Los Toldos y El Sambión en Argentina.
Con la consolidación del monasterio, bajo el impulso de la Congregación de Beuron, la divina providencia cumpliría el deseo — ¿vaticinio?—- del Cardenal Pacelli, que ya en 1936 había sugerido tal patrocinio.
• Cono Sur
El Monasterio Benedictino
y la Congregación Benedictina de la Santa Cruz del Cono Sur
Después de una larga etapa de gestación y cumplidos los períodos previos establecidos por el derecho, la Santa Sede creaba, el 27 de diciembre de 1976, la nueva Congregación Benedictina de la Santa Cruz. Integraba los monasterios del cono sur del continente, Argentina, Chile y Uruguay y más tarde Paraguay.
La comunidad, que desde el priorato del padre Metzinger se había esforzado en afianzar los lazos fraternos entre los monasterios de los citados países y que había creado su teologado para reforzarlos y servir al bien común, participó activamente en el proceso conducente a la obtención de esta nueva instancia, cuya efectividad resultaba evidente, y tuvo el honor de que se eligiera a su Prior, padre Lagos, como su primer Presidente.
• Últimos Años
El Monasterio Benedictino en la actualidad
El monasterio sería elevado al rango de Abadía en 1980, siendo bendecido su primer abad, el P. Eduardo Lagos por Su Excelencia el Cardenal Eduardo Pironio, Prefecto de la Congregación de Religiosos, el 22 de noviembre, en una solemne Eucaristía que contó con la asistencia de todos los superiores de la congregación, reunidos en capítulo general.
Víctima de una grave enfermedad, el padre Eduardo hubo de dimitir en abril de 1982, siendo elegido en su reemplazo el reverendo padre Pedro Pérez Errázuriz, en mayo. Después de su dimisión, acaecida en noviembre de 1985, sería designado Prior Administrador el P. Gabriel Guarda, a su vez elegido Abad el 19 de noviembre de 1987. El 18 de diciembre de 1999 sería bendecido el actual abad del monasterio, el P. Benito Rodríguez, por Su Excelencia el Cardenal Francisco Javier Errázuriz.
Según el espíritu y la letra de la regla benedictina y el carisma particular trasmitido por as venerables comunidades fundadoras de Solesmes y Beuron, la de Las Condes trata de vivir un estilo de vida contemplativa, en un marco de oración y silencio, con especial énfasis en la celebración de la liturgia y el canto del oficio inspirado en la tradición recibida de sus mayores. Subraya el trabajo y el estudio en la medida de las capacidades de sus miembros y las condiciones del lugar.
Su hospedería o casa de retiros espirituales, abierta especialmente para sacerdotes, religiosos, seminaristas y seglares, es particularmente frecuentada por jóvenes que buscan compartir con la comunidad, por unos días, su género de vida. Anima grupos de comentario y reflexión bíblica para seglares y oblatos, proporciona dirección y asistencia espiritual a quienes llegan hasta la casa, muchos en busca del sacramento de la penitencia.
Realiza un servicio de asistencia a los pobres del vecindario y de ayuda a otras instituciones de Iglesia en el plano social. Dentro de esta esfera, durante el gobierno del padre Adalberto se creó una escuela agrícola, dotada con óptimos edificios, a la que sucedería una cooperativa para la fabricación de muebles, proporcionando el monasterio los locales, maquinaria, organización y diseño de los muebles. En 1983 le cupo al monasterio la responsabilidad de adecuar los edificios de la primera fundación de monjas benedictinas, hecha por la Abadía de San Pelayo de Oviedo, España, colaborando en la medida de sus posibilidades en su etapa de implantación.
En sus casi setenta años la comunidad cuenta con 19 miembros.
Humanitas
Revista de Antropología y Cultura Cristiana
que se publica trimestralmente desde 1996
bajo el auspicio y apoyo de la
Pontificia Universidad Católica de Chile,
teniendo como Director desde su fundación
a don Jaime Antúnez Aldunate
Con motivo de los 70 Años desde la fundación
del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes,
y como Separata de Humanitas N˚ 52, Noviembre de 2008
se publicaron un par de artículos reunidos bajo el título
Orígenes del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes.
Primero se presenta un texto escrito
por Fr. Marcel Blazy OSB con ocasión
del 50 aniversario (1988) de esta fundación.
En él se relatan los históricos
primeros momentos del nuevo Monasterio.
El segundo texto corresponde a una entrevista
realizada al Padre Odón Haggenmüller OSB,
segundo Prior del Monasterio, entre los años 1949 y 1959.
En el mismo se relata la segunda etapa de esta fundación,
la cual, después de Solesmes, Francia, fue tomada
a su cargo por la Archiabadía de Beuron, Alemania.
Más información acerca de este Monasterio Benedictino de Las Condes:
Acogida
Palabras del P. Abad
La actitud de acogida que la Regla de nuestro padre San Benito nos enseña, nos ha llevado a tomar en cuenta a un nuevo tipo de visitante al monasterio y que en un principio no éramos capaces de reconocer. Se trata de un visitante virtual, que ya no toca la campanilla que se encuentra en la portería de nuestro monasterio, sino que se acerca por medio del Internet. San Benito no podía prever cuando escribió su Regla, en la primera mitad del siglo VI, que algo así podía suceder. Pero seguros que lo interpretamos, hemos querido crear esta página web, una especie de portería virtual para atender a nuestros huéspedes virtuales y decirles que aquí estamos y deseamos en lo posible responder a su llamada. En este sitio web podrás encontrar información sobre nuestra comunidad y su vida, sobre lo que significa seguir a Cristo como monje y tomando como guía el Evangelio, algo sobre la espiritualidad monástica benedictina.
Junto con darte la bienvenida a ti, querido visitante virtual, deseo también invitarte a visitarnos personalmente, pues esta portería web de ninguna manera pretende reemplazar a la portería real, que no se alcanza sino viniendo personalmente al monasterio. Si lo que has leído ha sido de tu agrado, quizás podrás sentir el deseo de participar de las Horas (que nosotros llamamos Oficio Divino). O conocernos más quedándote un par de días en nuestra hospedería para compartir nuestra manera de buscar a Dios, al ritmo de nuestra jornada monástica.
Desde ahora que tomas contacto con nosotros puedes unirte a nuestro anhelo de no anteponer nada al amor de Cristo y ayudarnos con tu oración y amistad para que el Señor haga de nuestra comunidad una auténtica escuela del servicio divino. Amén.
P. Benito Rodríguez
En el sitio web de la Abadía Benedictina
de la Santísima Trinidad delas Condes
Se puede encontrar más información, como por ejemplo:
• San Benito y su obra
• Espiritualidad benedictina
• Edificios
• Hospederías
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U. I. O. G. D. - Ut In Omnibus Glorificetur Deus
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