La poesía y la guerra


por Francisco Véjar

Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 13 de octubre de 2013
http://diario.elmercurio.com/2013/10/13/al_revista_de_libros/revista_de_libros/noticias/172C2AB8-A1BA-4B4C-A35D-6A4720808268.htm?id={172C2AB8-A1BA-4B4C-A35D-6A4720808268}
 
Camila Fadda Gacitúa (Santiago, 1969) trasunta en Cauce , su primer libro de poemas, auténticos estuarios emocionales, a través de versos cansinos, donde surgen la nostalgia, el dolor, la extrañeza y lo cotidiano. En el texto llamado "Barranco", leemos: "Es jueves y vuelvo a casa/ algo en la luz de la tarde me confunde/ y podría ser perfectamente miércoles/ suena un tema en la radio/ se oye alegre como a viernes/ apago la luz no lo recuerdo/ por eso me vuelvo y corroboro/ estoy cansada y pienso/ menos mal que no es domingo/ miro a mi perro que me mira/ y juraría que es sábado/ él me espera inquieto/ para el paseo de los martes/ mañana es sin duda/ el día que queda más lejos/ en el eco atroz de la memoria/ y lo más probable es que es lunes/ y que estoy equivocada".

El lector podrá hallar en las 44 páginas de esta obra una sucesión de instantes prístinos, pues está en las antípodas de la poesía conceptual o contingente. Y se atreve a ser ella misma. He aquí un par ejemplos: "(...) Soy mi propio nuevo otoño/ que tengo los colores de la tierra que seré/ y tengo certeza de esta gravedad", dice en "Ventisca". Mientras en "Moheda", apunta: "Queriendo entonces decir risa dije risa/ pero no fue suficiente/ y dije campana/ niño/ ola/ viento/ no era el nombre de la risa".

Finalmente, Camila Fadda, enfatiza en "Afluente": "Otros cauces son posibles/ como es posible la mañana". Con estas cadenciosas palabras, sin impostura ni estridencia, la autora logra cautivarnos, a través de una atmósfera de estrellas y cicatrices.

En otro tópico, Lila Díaz Calderón (Santiago, 1975), en susMansiones de guerra , nos presenta una poesía del desastre que conlleva lo bélico. Su lenguaje posee fuerza y precisión. En "Polvo de muertos/ Nueva York", escribe: "Alto voltaje en los residuos del cielo/ oleaje furioso en la destrucción (...)/ Piel impresa en el velo de las calles/ estampado humano/ en los escombros de la ciudad". ¿Quién no recordará la caída de Las Torres Gemelas, después de leer estos versos? Al respecto, dice el poeta Thomas Harris: "Me aclara y revive, ahora, casi a 11 años del suceso, no tanto el mismo suceso, sino un poemario que entonces no existía, pero ya se fraguaba en la imaginación de Lila, y al verlo en retrospectiva, fantasmáticamente, retoma en forma violenta esa escena ahora transmutada en obra, en texto, en discursividad. Porque el libro de Lila Díaz se trata justamente de eso, de la Guerra. Y digo 'trata' porque es un libro que se adentra, poéticamente, en la guerra".

Y por cierto, hay textos que enternecen en estas páginas. En "Túnel en los ojos", anota: "Quizás hoy en Tel Aviv/ un niño lleve un túnel en los ojos/ Un túnel, pero no las flores/ con que escribirán su nombre entre las piedras/ no el recuerdo de su rostro empapelando las calles/ Puede ser que detenga un bus/ como lo hacen todos al salir del colegio/ Con dedo nervioso recorra los cables alrededor de su cuerpo/ el chofer descubra en esos ojos paredes infinitas/ y a los dos algo les aplaste/ será el alma contra el pecho/ quizás el torso con los explosivos".
Asombra la calidad y el contenido de Mansiones de guerra . Antes había publicado Cacería (1999) y Léxico Fuego (2001), pero con esta tercera entrega Lila Díaz da un paso adelante, en la poesía femenina chilena. Dos voces que se unen a través de la palabra, para dar cuenta de sus propias realidades e inquietudes.
Dos voces que se unen para dar cuenta de sus propias realidades e inquietudes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS