...
caminando por Providencia,
una luminosa tarde de fines de primavera,
la víspera de la fiesta de la Inmaculada,
cuya imagen se puede contemplar resplandeciente
allá arriba en la cumbre del cerro San Cristóbal
desde el Parque Balmaceda (otrora conocido
como Parque Gran Bretaña y también Parque Japonés)...
Mucha gente caminando hacia
hacia la Metro Estación Salvador,
otros disfrutando de la tarde,
los prados o la sombra de los árboles.
En las proximidades de la fuente agua
donde se encuentra (¿o se encontraba?)
el monumento a la Fuerza Aérea,
una niñita junto a sus padres
juega sobre la reja que sirve
de ventilación del Metro.
En un momento pasa un convoy,
y a la niñita que salta sobre la reja
se le levanta su vestido fucsia
dejando ver sus pañales desechables.
En el contexto
de la más pura inocencia,
se repite la circunstancia,
no el contexto, ni la sensualidad,
aunque sí la gracia, de la famosa
escena de el film
«La comezón del séptimo año»
protagonizada por Marilyn Monroe
hace ya cincuenta y siete años
(este año se cumplió el medio siglo
desde que murió la actriz norteamericana).
Es raro el futuro.
No se parece a cómo lo imaginamos.
Desde el futuro, lo que sobrevive
lo hace en calidad de fragmento deteriorado
y lo nuevo se impone de una forma impostada,
que no pega ni junta, un caos al que cuesta
encontrarle belleza y cuya supuesta eficiencia
se pierde en una vorágine sin sentido.
Es por ello que la escena de la niñita,
es una vuelta absoluta a la más pura
de las inocencias, pensando
en la pobre Norma Jean
que tal vez no tuvo la oportunidad
de ser verdaderamente una niña
infinitamente querida y respetada...
y buscando cariño
terminó convirtiéndose
en un preciado trofeo
el que una vez obtenido
se deja abandonado
en un estante
acumulando
polvo sobre polvo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS