Por María Paz Cuevas.
Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 31 de julio de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/07/31/ya/_portada/noticias/64BD0E6D-0F44-4C69-BEFE-68003FCEC108.htm?id={64BD0E6D-0F44-4C69-BEFE-68003FCEC108}
Es 2002. Un amigo le dice a Alejandra Dueñas, Jani Dueñas para los cercanos, que sabe de un casting en el que andan buscando a una mujer especial. Jani, que a esas alturas ya es actriz de la academia de Gustavo Meza, ha actuado 8 meses en el Teatro de la Universidad Católica en Bodas de Sangre, quiere ser actriz dramática de peso aunque ha participado en algunas teleseries del programa juvenil Mekano de Mega, le pregunta: "¿Un casting para qué?". Su amigo le contesta: "Para hacer títeres". Jani se encoge de hombros. Jani va al casting. Jani se encuentra en el patio de una casa en Román Díaz con Daniel Castro, Francisco Schultz y Rodrigo Salinas, miembros de Aplaplac (los creadores de 31 Minutos), una cámara de video chica con trípode frente a la cual tiene que improvisar con un títere en la mano. Entonces Jani agarra al mono y por primera vez, hace reír a un público: a diferencia de todas las otras mujeres que habían hecho la prueba de cámara con una rutina infantil y amorosa, hace que el mono pida a gritos na colección de películas porno. "Si no, ¡me voy a morir!", dice el títere. Del casting, quedan dos finalistas: una chica muy guapa y ella, la graciosa. Gana Jani. Por poco. Los electores son hombres. Hombres inteligentes, menos mal.
Entonces se abre para ella el camino del humor: se convierte en la voz de Patana y en varios personajes femeninos de 31 Minutos, participa el 2005 en SCA (Sociedad de Comediantes Anónimos) en el canal Vía X, actúa en el stand up comedy Niño Gordo en bar Cachafaz, telonea a la comediante argentina Malena Pichot (La Loca de Mierda) el 2010, entra al Club de la Comedia en Chilevisión donde sigue hasta ahora, haciendo reír. Al igual que en radio ADN junto a Pato Cuevas en el programa "Es lo que hay". Jani Dueñas, ya convertida en una comediante hecha y derecha, va a cerrar un ciclo con el libro que recopilará sus mejores monólogos, que lanzará con Editorial Planeta y que se va a imprenta con las ilustraciones de Catalina Bustos en agosto. De jeans, anteojos de sol, zapatillas, pelo corto, los ojos delineados a lo Brigitte Bardot, camisa a cuadrillé, polera con monitos, argolla en la nariz, aros de calaveras diminutas en las orejas, dice: "Quiero hacer un recambio de material. Vengo hace mucho rato explotando esto de reírme de mis circunstancias, de este personaje que es mujer, tiene más de 30 años, no cocina, vive sola y tiene un gato, Miss 37 es la exageración de eso. Quiero salir de mi zona de comodidad para exigirme un poco. Además, qué pena que a los 45 años siga hablando de que tengo un gato y no sé cocinar. Por eso, creo que el libro es una manera preciosa de cerrar ese ciclo para después explorar otros temas más universales en el humor". Jani Dueñas puede reírse de muchas cosas. De todo, en realidad. Claro, ahora. Antes no. No siempre fue la divertida del grupo.
II
Jani fue la menor de cinco hermanos y creció en una casa con un patio enorme en Ñuñoa. Su mamá la tuvo a los 43 años. Su padre, el locutor de Radio Minería Abraham Dueñas, tenía 50 cuando ella nació. "La recuerdo más como una casa de intelectuales que de gente divertida. Nos leíamos el diario, a nuestros papás les interesaba que aprendiéramos a discutir y nos hacían conversar de las noticias". La menor de la casa entonces leía. Devoraba libros y enciclopedias. Era una vieja chica regalona y caprichosa que también pasaba mucho tiempo sola e inventaba canciones en el jardín mientras todos, que eran mucho más grandes que ella, trabajaban o iban al colegio. También era un poco pintamonos: se quedaba despierta en reuniones de adultos y corría alrededor de la mesa mientras todos sus hermanos dormían y las amigas de su mamá se preguntaban: "¿A qué hora se irá a dormir esta niñita?". Su madre era el miembro divertido del clan. "Mi mamá es más loca de lo que ella cree. Mi padre es judío y mi mamá, muy católica y devota. Hicieron un matrimonio mixto en el que nos criaron muy laicamente. Pero en el sentido del humor, es la mamá más judía del mundo. Te dice una cosa muy amable, pero detrás una pachotada con la misma sonrisa. Por ejemplo: "Esa falda te queda preciosa. Si te la subes un poco, te tapa el rollito".
Jani se convirtió en una adolescente dark. Como no era la más popular, ni la más linda, ni la más matea, se volvió alternativa. Se vestía de negro, escuchaba Radiohead, andaba con bototos negros, el pelo corto, se colaba en La Batuta a los 16 años, tomaba cerveza en la Plaza Ñuñoa, llegaba tarde a la casa y sus papás se desesperaban. "Me puse punky y rabiosa. Odiaba a las minas, tenía aversión a lo femenino, lo rosado, los peluches, lo relacionaba con la tontera. Entonces parecía hombre, jugaba a pegarnos combos con mis amigos, era súper masculina. Me costaban la suavidad y la ternura. Por eso entré a Arte (en la Universidad de Chile) y elegí mención en Escultura: quería ser ruda, esculpir con fuerza, materiales pesados. Pero me fue mal: Escultura era súper difícil. Y me aburría. Prefería buscar amigos en el patio". En tercer año entonces, pensó en estudiar Teatro. Si no quedaba, su otra opción era ser azafata. Su mamá la llevó a Irarrázabal a tomarse una foto para postular a una línea área. Le puso una blusa rosada con flores y la peinó para que no se le viera el rapado en la cabeza. "Yo creo que mi mamá quería que fuera azafata: por fin esta niñita se va a poner falda, debe haber pensado. Menos mal quedé en teatro y se me dio vuelta el mundo: ahí me encontré a mí misma. Después de que todo me diera lata, de repente era la mejor alumna. No sé si quería interpretar a un personaje, pero encontraba increíble estar arriba del escenario y que todo el mundo te mirara".
Ese fue el primer encaje con el mundo. Luego vino el segundo ajuste, en ese casting de 2002 en Aplaplac, cuando desde TVN les pidieron a los creadores de 31 Minutos, que integraran voces y personajes femeninos. Esta vez, fue un encaje con el humor. "Patana era como yo. Ella lo único que quería era ser periodista de 31 Minutos. Y yo en Aplaplac lo único que quería era grabar, estar con los chicos, pertenecer. Pero llegaba y ellos se iban. Eran muy rápidos y se hacían un bullying amoroso entre ellos que al principio no entendía. Así es que dije: Bueno, voy a tener que conquistarlos con la simpatía y jugar lo que ellos me proponían, aunque hasta ese momento nunca me consideré una mina especialmente divertida o chistosa. Empecé a contestar las tallas y a tener más participación. Me obligaron a ser súper rápida y creativa, a no tenerle miedo a nada. Era un ambiente muy fértil para la creatividad".
Sin embargo, sólo ocho años más tarde se casó con el humor. Fue cuando después de haber participado en SCA en Vía X y de haber hecho stand up comedy en Cachafaz con Fabrizio Copano y José Miguel Villouta, le pidieron que teloneara a Malena Pichot, La Loca de Mierda, en el Teatro Oriente en octubre de 2010. Entonces Jani arrasó con su rutina frente a más de mil personas. Cuando se bajó del escenario, pensó que podía estar arriba de ese escenario mucho más. Y luego, lo confirmó cuando la misma Pichot le dijo en la celebración posterior al show en el Bar Central: "¡Por fin encuentro una mujer comediante como la gente!". Entonces Jani se dijo a sí misma que esto de hacer reír era lo que quería seguir haciendo. Y se declaró comediante. Y se empezó a preparar estudiando, viendo temporadas de Seinfeld, leyendo y viendo a Tina Fey, mirando a George Carlín, comprando discos e intercambiando materiales con otros comediantes.
"Lo convertí en una pega, no en un talento. Yo no soy tan chistosa todo el tiempo. Soy metódica, leo, corrijo, investigo, converso, es una pega que exige disciplina. En la vida, soy más odiosa, hinchapelotas, caprichosa, le veo el lado amargo a todo. Soy más dark de lo que parezco ser públicamente. Pero me di cuenta de que éste era mi trabajo. No soy una máquina de gracia. Y tengo derecho a ir a una reunión social y no tirar ninguna talla". Jani está soltera, vive con una amiga en una casa grande, tiene una gata, efectivamente no sabe cocinar, le gusta tener su cubrecamas bien estirado y alineado con las almohadas, usar zapatillas Converse, escuchar música (ordenada por autores) y va los fines de semana a almorzar con sus papás. Otra cosa: a pesar del éxito que ha tenido, ellos aún no la han ido a ver en vivo: a ella le da pudor que la escuchen hablar de sexo, hombres y borracheras. Por eso, sólo los invitó a verla en la Gira Mundial de 31 Minutos que hubo a comienzos de julio en el Movistar Arena. Nada más.
No quieren que sufran más de la cuenta. Su mamá ya le dijo: "No es necesario que se exponga tanto, Janita".
-¿Cómo es ser mujer en la comedia?
-Implica trabajar mucho con hombres. Y no todos los hombres tienen disponibilidad para escuchar las ideas de otros. Las mujeres estamos más dispuestas a colaborar. Pero los hombres quieren hacer lo que ellos quieren hacer nomás, que trabajes con ellos, pero que hagas la visión que ellos tienen. Si fuera hombre, me celebrarían más las tallas. De 10 ideas, quedarían 8. Pero siendo mujer quedan 3. No sé si es machismo, creo que es poca costumbre de trabajar con mujeres como pares. El humor, como casi todos los territorios, es un espacio masculino. Pero creo que a una política, investigadora o científica, le debe costar lo mismo que a mí que la escuchen.
-¿Qué requisitos hay que tener para ser comediante?
-Tienes que tener la disponibilidad mínima de pasarlo bien, hacer el payaso y sacarte ciertos filtros. También tienes que tener cosas que te motiven desde el odio, tener cierta rapidez mental. Y súper buen oído porque la comedia es ritmo. Hay muchas actrices que tienen temor de ser mina. Y a las comediantes no nos sirve mucho ser minas ni correctas. La Male Pichot es mina: actúa de tacos, pantalones apretados, pero por otro lado es muy concheta, como dicen los argentinos. Eso es buena propuesta porque no te lo esperas: es como tener a una mina del Juanita Los Andes haciendo stand up. Yo no, yo actúo siempre de jeans y zapatillas Converse porque siempre me ha parecido más importante el mensaje que la pinta.
-Has dicho que el humor en las mujeres resulta perturbador, ¿Qué costos tiene ser divertida?
-Lo perturbador es la falta de costumbre que la gente tiene. Una mina divertida te descoloca. No sé si con los hombres es un pero. Siento que todavía quieren a una mina que sepa cocinar y que los satisfaga en la cama. Pero si encuentras un hombre lo suficientemente inteligente y con sentido del humor, no es así. Es difícil encontrar, pero no tanto: hoy están más dispuestos que antes a estar con una mina chistosa. Para mí resulta ser un buen filtro: al que le molesta lo que hago, bueno, no tenemos nada que hacer juntos. Pero, ¿sabes? Tener humor tiene más peros con otras mujeres que con los hombres. Hay ene envidia. Y te odian un montón.
-¿Cómo te diste cuenta de eso?
-En internet, la crítica de las mujeres es bien brutal. En una mini serie que hicimos para Zancada.com, las propias mujeres me decían de todo: criticaban desde mi pelo, hasta que estaba pesando 4 kilos más, cómo ésta de 30 años interpreta a una mina de 20, no le creo. Eran súper machistas los comentarios. Los hombres piensan que tienen que haber minas en los grupos para que haya sensibilidad femenina (qué lata). Pero en eso no hay dolo, es sólo inexperiencia. Pero en las mujeres sí lo hay: Es hacer pedazos a la otra porque me cae mal, sin saber por qué. Además, tener buena onda con los hombres, genera una reticencia entre las mujeres porque piensan que te los quieres comer a todos. Ésa es la lógica de la mosquita muerta que no es amiga de los hombres, pero igual se los quiere comer a todos. Lo que pasa es que de los 25 años para arriba, sucede la venganza de los nerds: la chistosa, la inteligente, ahora llega a la fiesta y todos la miran. Obvio que la linda entonces te va a odiar: Sus ventajas ya no le sirven y no ha desarrollado otras en la vida. En cambio yo voy a tener una gracia hasta que me muera.
-¿Hay un tipo de humor femenino?
-Yo creo que los hombres entienden por humor femenino a minas hablando de compras, su período y sexo. Si ellos hicieran un scketch de mujeres haciendo humor, las pondrían hablando de eso. Pero las minas no sólo nos reímos de eso. Las mujeres nos reímos un montón de nuestras desgracias, de lo que no nos resulta. En cambio a los hombres les cuesta ene reírse de una mala cita, una mala experiencia sexual, una reunión donde no brillaron. Yo creo que al final, sólo hay personas chistosas, no humor de género.
-¿Y por qué entonces hay tan pocas mujeres haciendo humor?
-Creo que porque históricamente, biológicamente casi, las mujeres nunca hemos necesitado el humor para sobrevivir. Las únicas que hemos necesitado el humor somos las que no hemos sido extremadamente bonitas. Es un mecanismo de supervivencia, de defensa para sobrevivir a este mundo que es horroroso. Para qué la bonita va a ser chistosa, si todo lo consigue con su carita. Y eso lo digo desde mi envidia más profunda. Porque me hubiera gustado ser más linda y más flaca para no desarrollar esta personalidad. La vida habría sido mucho menos complicada. Pero es la manera que tengo para relacionarme con la vida. Antes tampoco las mujeres tenían necesidad de destacarse por sí mismas. No sé qué requiere hoy la sociedad de nosotras: me parece que sigue requiriendo que seamos mamás. Pero ya no es sólo eso. Y por ahí empiezan a aparecer estas mujeres que antes no se veían.
-¿Cuál sería el mejor chiste que podría sucederte?
-Ponerme a pololear mañana, casarme en 6 meses, tener un hijo en un año más, que mi gato se muera y que aprenda a cocinar. O sea, que pase todo de lo que estuve riéndome en este tiempo. No creo que pase. Pero sería muy gracioso.
"Soy más dark de lo que parezco públicamente... No soy una máquina de gracia. Y tengo derecho a ir a una reunión social y no tirar ninguna talla".
"históricamente, las mujeres nunca hemos necesitado el humor para sobrevivir. las únicas que lo hemos necesitado somos las que no hemos sido extremadamente bonitas".