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Conservación y cambio no operan como antónimos sino que van de la mano..

La fragilidad de la condición humana,
y la prolongada situación de injusticias,
sufrimientos y angustia a las que
tantas personas y sectores de la población
se encuentran sometidas,
nos interpelan y nos urgen a buscar
formas para corregir dicho estado
y procurar aliviar el dolor y reparar el daño.

Sin embargo, 
no conviene olvidar
que la delicada trama 
que conforma el tejido social
-a la hora de intentar 
aplicar cambios radicales-
es especialmente sensible
y proclive a la disrrupción,
tendiendo a producir
tanto o mayores injusticias
que las que buscaba corregir,
con grandes costos de todo tipo,
incluyendo frecuentemente
y muy lamentablemente, vidas humanas,
prolongando así indefinidamente
heridas abiertas que nunca se cierran,
y postergando el desarrollo
y progreso de los pueblos
en un clima de paz 
y estabilidad relativa,
en medio de la natural
diversidad de visiones,
espíritu crítico 
e insatisfacción permanente, 
propio de nuestra esencia
siempre hambrienta de infinito.

Una visión integradora
y suficientemente perceptiva,
eso sí, va cada vez
adquiriendo mayor conciencia
que conservación y cambio
no operan como antónimos
sino que van de la mano.

Como decía Burke:
un estado sin medios
de efectuar cambios
carece de medios propios
para su conservación.

Claro que la experiencia 
aconseja realizarlos
de manera incremental
-con gradualidad y prudencia-
a la luz del  examen 
de la evidencia empírica
y tomando en cuenta
-junto con las aristas novedosas
que presenten los nuevos desafíos-
lo que pueda aportar
el historial de efectividad
de las políticas públicas 
que se manifiestan particularmente 
atingentes y relevantes en la nueva coyuntura.

Un apresuramiento compulsivo
basado en predicciones teóricas
a partir de razonamientos 
imperfectos y hasta atolondrados,
que responden más bien
a visiones reductoras de la realidad, 
adaptadas más al ánimo voluntarista 
de sesgo ideológico militante,
y generalmente refractaria e inmune 
a los errores similares del pasado,
es la crónica de desastres anunciados
que nos recuerdan otros similares,
que a su debido tiempo fueron advertidos
e inexorablemente desoídos.

La experiencia aconseja
a la hora de las transformaciones sociales,
contemplar el efecto de estas políticas públicas
-sujetas a modelos no lineales
a demasiadas variables difíciles de controlar,
incluyendo elementos tan volátiles
como temores y expectativas
generados por anuncios de la autoridad
o el clima que la población percibe
haciendo que los individuos
adopten decisiones orientadas
a neutralizar los efectos
de dichos cambios
si sienten que los perjudican.

Esto es particularmente evidente
en relación con las decisiones económicas
que los individuos adoptan, que como se 
comprueba una y otra vez  obedece a la máxima
que dice: «el capital ataca huyendo».

No se trata de mantener el statu quo,
como se ha pretendido caricaturizar
el pensamiento del propio Burke.

Porque no hay que confundir
el espíritu prudencial
con una actitud acrítica
ante los problemas
de la contingencia,
sino de ponderarlos
a fin de que la presión
de las urgencias
de la hora presente
no nos impidan tomar
el rumbo más conveniente
que permita el desarrollo
y prosperidad de los pueblos.

En sus aproximaciones 
toman especialmente 
en consideración 
las características peculiares, 
típicamente accidentales, 
que definen una cultura política particular 
en la que accidentalmente se encuentran. 

Por el contrario, aquellos 
que ven los mismos problemas 
bajo un prisma puramente filosófico/ideológico, 
rechazan reconocer las contingencias 
que son consideradas de manera relevante 
en las decisiones del político prudente. 

Insisten, en cambio, 
en que la política requiere 
de una aproximación abstracta 
que ignora la práctica pasada 
entre los regímenes 
que han evolucionado históricamente.

Para aquellos que poseen 
esta especial visión, pronto concluirán 
que sus poderes de reflexión abstractos 
son suficientes por sí mismos para alcanzar 
cualquier dilema imaginable y resuelven actuar 
en todo momento como si estuvieran 
fundando sus regímenes desde cero, 
carte blanche como diría Burke.

Lo peor es que ni siquiera 
se vislumbra algo que puede
homologarse como una 
filosofía con suficiente fundamento,
por equivocada que al final se demuestre.

Carte blanche au Bachelet?
____________________________________________

Escrito a partir de la lectura de una columna de opinión
[cuyo contenido se puede encontrar en la dirección abajo explicitada]
de la cual se extrae (a veces literalmente) 
la esencia de lo que aparece más arriba
(aunque, por supuesto, incomparablemente inferior al original)

El seguimiento en el desprendimiento...‏

Día litúrgico: Lunes XIII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Comentario: Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)
Sígueme
Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en medio de los vaivenes de este mundo.

Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses” que no pueden dar sentido a nuestra vida: el móvil, Internet, el viaje a las Bahamas, el trabajo desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país.... Es lo que les pasa a muchos actualmente.

En contraste, resuena el grito lleno de fuerza y de confianza del Papa Juan Pablo II hablando a la juventud: «Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Para eso es preciso, como el Señor, el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado materializada y que cierra las puertas al Espíritu.

«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.

Eric Clapton - Layla [Live in Hyde Park 1996]

AQUI

Sldos y SOS..

HOLA, 
Apelo a tu solidaridad en el sentido de pedirte derechamente tu aporte voluntario para solventar medicamentos y exámenes cada día mas demandantes por el empeoramiento de mi estado de salud.

Desde hace mas de una década de ATAXIA CEREBELOSA SC3, una enfermedad  rara, neurodegenerativa hereditaria, cuyos síntomas son las permanentes naúseas vértigos y mareos, disfagias (dificultad al tragar), diplopia (visión doble),  disartria (dificultad al hablar) mas neuropatías dolorosas y un glaucoma muy invasivo. 

Cuando aparecieron los primeros síntomas de la Ataxia me aguanté lo más que pude en mi trabajo como Paisajista hasta que finalmente tuve que dejar de trabajar y jubilarme anticipadamente.  

Actualmente tengo una pensión de invalidez  y las ayudas de mis familiares y amigos. Agradezco cualquier idea, sugerencia, comentario, y/o eventual aporte a mi solicitud.

Espero te encuentres bien de salud, siempre recordándote con mucho cariño como un destacado Old georgian CLASS 70.

Pueden hacer los aportes y/o depósitos mensuales en 

BANCO BCI -TBANC
CTA CTE N° 36730874  
RUT. 6060574-2

Reciban un cariñoso y especial agradecimiento a aquellos Old G70 que ya lo hubiesen hecho...!!

Un gran abrazo para ti y familia



«Sólo queda sentarse a escribir el recuerdo oscuro que se cierne sobre el tiempo...»‏

Poesía en colaboración
por Roberto Onell
Diario El Mercurio, Revista de Libros
Domingo 29 de junio de 2014
http://diario.elmercurio.com/2014/06/29/al_revista_de_libros/revista_de_libros/noticias/8C42AFA5-5D78-4EE2-B589-FE6F35746297.htm?id={8C42AFA5-5D78-4EE2-B589-FE6F35746297} 
Entre manos tenemos 
el poemario en prosa The Hours,
firmado por Juan Carlos Villavicencio 
(Puerto Montt, 1976), ilustrado por María José Pozo. 

Se nos advierte, además, 
que los poemas fueron inspirados 
por la música The Hours, de Phillip Glass, 
de la cual se trascriben algunas partituras 
(CD incluido en algunos ejemplares).

Las catorce y breves piezas prosísticas 
que componen The Hours , intituladas en inglés, 
son los retazos de una historia que llega a insinuarse, pero no a completarse en su registro. 

Así la apertura: 

"Sólo queda sentarse 
a escribir el recuerdo oscuro 
que se cierne sobre el tiempo, 
ahora que ha llegado 
la última de ellas a tocar la puerta. 
Nadie puede situarse a un costado a escuchar, 
porque nadie entiende las palabras" ("The Poet Acts"). 

Más angustiado que desesperado, 
el hablante persevera 
en la urgencia de anotar lo recién vivido, 
en el dolor de hablar de esa ella ida, 
en la compañía eventual de un tú -yo desdoblado, 
lector- con dolorida perspicacia: 

"Ninguna vez el sol dejó correr el velo 
para que la sangre se encontrara con la piel. 
El silencio fue la herida, no el escape" 
("For Your Own Benefit"). 

La escena del discurrir 
parece ser, entonces, 
la del hablante insomne, nocturno, 
lapidario en su desengaño, 
pero nunca entregado a la rabia, 
sino a la modulación de lo aún inminente: 
aquello nunca ido del todo, 
que amenaza con regresar. 

La brevedad del libro 
intensifica la experiencia. 

En contratapa, Diego Maquieira 
lo describe como 
"registro de los restos magistrales
de un poema desaparecido en acción". 

En efecto, letras y partituras, 
el poemario es el resto 
tras el retiro de la marea musical 
y, por ello, lo que aguarda 
su nueva plenitud sonora. 

Testimonio y anuncio, 
como liturgia de las horas, 
The Hours es poesía, a secas, 
de eso otro enigmático y perceptible 
en las evidencias de cada instante.

Carlos Almonte (Santiago, 1969), 
junto al mismo Villavicencio, 
entrega Breaking Glass , 
libro de poemas de ambos 
(el uno, el revés del otro) 
e ilustraciones de Raúl Schneider. 

El motivo del espejo quebrado, 
imagen multiplicada, se recrea 
a partir de diversas piezas artísticas 
citadas en cada caso. 

Leemos de Almonte: 

"Dos palabras que se olvidan 
y otro día transcurrido, como siempre, 
en el lento ocaso de la vida [...]. 

Ya no escucha las paladas, 
más que un cuervo 
y su graznido en el desierto" ("Marcha fúnebre"). 

O bien: 

"El cuerpo extiende sobre un prado desprovisto, [...] reflejo de las llamas provocadas a un amor vedado. 
Desiste en la embriaguez de esa frágil esperanza" 
("La bella excéntrica"). 

O: 

"Las paredes corroídas por el roce y el asombro. 
Los dibujos se destiñen por efecto del acorde 
y las tinieblas" ("Un frío viento"). 

Villavicencio discurre en forma similar a The Hours , concentrado y extendido, seguro y visionario. 

Poemas que recuerdan 
a la joven dupla Neruda-Lago, de Anillos , 
en esfuerzos compartidos, 
"disidencia asociativa" 
como certeramente prologa Andrés Morales.

El mérito principal 
de ambos poemarios 
es la opción por la prosa. 

Al menos en los últimos 
veinticinco años de poesía chilena, 
la prosa parece una alternativa invisible: 
generalmente desdeñada, 
pero adoptada sin querer queriendo. 

En el llamado verso libre, 
si no hay manejo del ritmo, 
la composición es sólo prosa tijereteada, 
que no funciona como verso ni como prosa 
y que se obliga, por tanto, a distraernos del texto 
con alguna ocurrencia de ocasión. 

Al prosificar, Villavicencio y Almonte 
entregan el despliegue rítmico, 
el ánimo comunicable y comunicado, 
a la velocidad de las valiosas pocas palabras,
pero también de la puntuación: 
enumeraciones, subordinaciones, 
elipsis, yuxtaposiciones, silencios entre párrafos. 

La gramática nuestra de cada día. 

La opción no es sólo válida, sino justa: 
cualquier inseguridad existencial de los hablantes 
se apoya en la seguridad compositiva del poeta. 

Discurso y personaje -sutiles, desaforados- son creíbles.

Nos conmovemos, evocamos, anticipamos: 
                podemos entrar al juego.

Qwert vadis?‏

La mente es mucho más compleja 
que una turbina, pero tiene
un modo agradable de ser extraña.

El accidente, el cortocircuito,
el mal uso y los problemas personales
hacen que las cosas inertes se vuelvan 
lingüísticamente interesantes...

Mi amigo Philippe Ollé-Laprune
me informó hace poco que los aviones
se abordan del lado izquierdo
porque así es como se montan los caballos...

Huidobro encontró
que los ventiladores
eran «aeroplanos del calor»
y Gómez de la Serna,
admirador de la velocidad aérea
trató de comprenderla e imaginó
que los pilotos deben saber a pájaro...

Extractos de una columna de Juan Villoro
titulada: El lado izquierdo
Diario El Mercurio, Revista de Libros
Domingo 29 de junio de 2014