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Virgen María, morada consagrada del Altísimo...‏




Meditación del día de Hablar con Dios
1 de diciembre. 2º Día de la Novena de la Inmaculada

CASA DE ORO
— Santa María, Templo de Dios vivo, enriquecida por los dones del Espíritu Santo.
— Los dones de entendimiento, ciencia y sabiduría en Nuestra Señora.
— Los dones de consejo, piedad, fortaleza y santo temor de Dios.
I. Dichosa eres, Virgen María, morada consagrada del Altísimo...1.
En las letanías lauretanas llamamos a María Domus aurea, Casa de oro, recinto de muchísimo esplendor. Cuando una familia habita una casa y la convierte en un hogar, este refleja las peculiaridades, aficiones y preferencias de sus habitantes. La casa y quienes la habitan constituyen una cierta unidad, como el cuerpo y el vestido, como el conocimiento y la acción. En el Antiguo Testamento, el Tabernáculo primero, y más tarde el Templo, era la Casa de Dios, donde tenía lugar el encuentro de Yahvé con su pueblo. Cuando Salomón decidió construir el Templo, los Profetas especificaron los materiales nobles que se habían de emplear, la abundancia de madera de cedro en el interior, revestida de oro... Lo mejor que tenían a su alcance había de emplearse en su construcción, y los mejores artífices serían los que trabajarían en él.
Cuando llegó la plenitud de los tiempos y Dios decretó su venida al mundo, preparó a María como la criatura adecuada donde Él iba a habitar durante nueve meses, desde su Encarnación hasta el Nacimiento en Belén. En Ella, Dios dejó la huella de su poder y de su amor. María, Domus aurea, el nuevo Templo de Dios, fue revestida de una hermosura tan grande que otra mayor no fue posible. Su Concepción Inmaculada y todas las gracias y dones con que Dios enriqueció su alma estaban dirigidos en orden a su Maternidad divina2.
Se comprende bien que el Arcángel Gabriel, al saludar a María, se mostrara lleno de respeto y de veneración, Pues comprendió la inmensa excelencia de la Virgen y su intimidad con Dios. La gracia inicial de María, que la disponía para su Maternidad divina, fue superior a la de todos los Apóstoles, mártires, confesores y vírgenes juntos, los que han vivido y los que vivirán hasta el fin de los tiempos, más que todas las almas santas y que todos los ángeles creados desde el origen del mundo3. Dios preparó una criatura humana de acuerdo a la dignidad de su Hijo.
Cuando decimos que María tiene una dignidad «casi infinita» se quiere indicar que es la criatura más cercana a la Santísima Trinidad y que goza de un honor y majestad altísimos, del todo singulares. Es la Hija primogénita del Padre, la predilecta, como ha sido llamada tantas veces en la Tradición de la Iglesia y ha repetido el Concilio Vaticano II4. Con Jesucristo, Hijo de Dios, Nuestra Señora mantiene la estrecha vinculación de la consanguinidad, que le hace tener con Él unas relaciones absolutamente propias. Del Espíritu Santo es María Templo y Sagrario5. ¡Qué alegría poder contemplar siempre, pero de modo particular en estos días de la Novena a la Inmaculada, que tenemos una Madre tan cercana a Dios, tan pura y bella, tan próxima a nosotros! «¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!...
»-Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole:
»Dios te salve, María, hija de Dios Padre: Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, solo Dios!»6.
II. El alma de María fue singularmente enriquecida por los dones del Espíritu Santo, que son como las joyas más preciadas que Dios puede comunicar a la criatura. Con ellos, en grado sumo, Dios embelleció la morada de su Hijo.
Por el don de entendimiento, que tuvo en mayor grado que cualquier otra criatura, María conoció, con una fe pura radicada en la autoridad de Dios, que su virginidad le era sumamente grata. Su mirada profundizó con la máxima hondura en el sentido oculto de las Escrituras, y comprendió enseguida que el saludo del ángel era estrictamente mesiánico y que la Trinidad Beatísima la había designado como Madre del Mesías tanto tiempo esperado. Luego tendrá sucesivas iluminaciones que confirmarán el cumplimiento de las promesas divinas de salvación y comprenderá que «deberá vivir en el sufrimiento su obediencia de fe al lado del Salvador que sufre, y que su maternidad será oscura y dolorosa»7.
Este don de entendimiento está íntimamente unido a la pureza de alma. Por eso se relaciona con la bienaventuranza de los limpios de corazón, que verán a Dios8. El alma de María, la Purísima, estuvo especialmente iluminada para encontrar el querer de Dios en todos los sucesos. Nadie conoce mejor que Ella lo que Dios espera de cada hombre; por eso es nuestra mejor aliada en las peticiones a Dios en medio de nuestras necesidades.
El don de ciencia amplió aún más la mirada de la fe de María. Por medio de él, la Virgen contemplaba en las realidades cotidianas las huellas de Dios en el mundo como caminos para ir al Creador, juzgaba con rectitud la relación que tenían todas las cosas y acontecimientos con respecto a la salvación. A María, influenciada por este don, todo le hablaba de Dios, todo la llevaba a Dios9. También entendió mejor que nadie la tremenda realidad del pecado; por eso sufrió como ninguna otra criatura por los pecados de los hombres. Íntimamente asociada al dolor de su Hijo, padeció con Él «cuando moría en la Cruz, cooperando en forma del todo singular en la restauración de la vida sobrenatural de las almas»10.
El don de sabiduría perfeccionó en la Virgen la virtud de la caridad, y la llevó a tener un conocimiento gustoso y experimental de lo divino y a mirar y gozar en su intimidad los misterios que hacían referencia especialmente al Mesías, su Hijo. Era la suya una sabiduría amorosa, infinitamente superior a la que se puede obtener en los tratados más profundos de la Teología. Veía, contemplaba, amaba, lo ordenaba todo de acuerdo con esa experiencia divina; juzgaba con la luz poderosa y amorosa que llenaba su corazón. Siempre estuvo colmada de esta luz sobrenatural y de este amor. Si se lo pedimos con insistencia en estos días, Ella nos lo conseguirá, pues «entre los dones del Espíritu Santo, diría que hay uno del que tenemos especial necesidad todos los cristianos: el don de sabiduría que, al hacernos conocer a Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar con verdad sobre las situaciones y las cosas de esta vida»11.
III. El don de consejo perfeccionó la virtud de la prudencia en la Virgen y la llevó a descubrir con prontitud la Voluntad de Dios en las situaciones ordinarias de la vida. Por influencia de este don, la Virgen actuó siempre con facilidad y como al dictado de Dios12. Nuestra Señora se dejó llevar con docilidad en las grandes cosas que Dios le pidió y en los detalles menudos de cada día.
En el Evangelio vemos cómo nuestra Madre Santa María se movió continuamente por esta luz del Espíritu Santo. Aunque vivió la mayor parte de su existencia terrena en el retiro de Nazareth, cuando su presencia es necesaria junto a su prima Santa Isabel, va con prisa13 para estar a su lado. Ocupa en el Evangelio un lugar discreto, pero está con los discípulos cuando estos la necesitan después de la Muerte de Jesús, y luego espera con ellos la venida del Espíritu Santo. María está al pie de la Cruz, pero no va al sepulcro con las otras santas mujeres: en la intimidad de su alma sabe que no encontrarán allí el Cuerpo amadísimo de su Hijo, porque ya ha resucitado. Nuestra Señora vivió entregada a los pequeños menesteres de una madre que cuida de la familia, y se da cuenta antes que nadie de la falta de vino en las bodas de Caná: su vida contemplativa le hace estar pendiente de lo pequeño que ocurre a su alrededor. Ella es la Madre del Buen Consejo Mater boni consilii, que nos ayudará, en las mil pequeñas incidencias del día, a descubrir y secundar el querer e Dios.
El don de piedad dio a la Virgen una especie de instinto filial que afectaba profundamente a todas sus relaciones con Jesús: en la oración, a la hora de pedir, en la manera como se enfrentaba a los diversos acontecimientos, no siempre agradables...
María se sintió siempre Hija de Dios, y este sentimiento profundo fue creciendo en Ella continuamente, hasta el fin de su vida mortal. Pero, a la vez, se sentía Madre de Dios y Madre de los hombres. Filiación y Maternidad estaban hondamente empapadas por la piedad. Ella nos querrá siempre, porque somos sus hijos. Y la madre está más cerca del hijo enfermo, del que más la necesita.
La gracia divina se derramó sobre Nuestra Señora de modo abundantísimo, y encontró una cooperación y docilidad excepcional y solo propia de Ella, viviendo con heroísmo la fidelidad a los pequeños deberes de todos los días y en las pruebas grandes. Dios dispuso para Ella una vida sencilla, como las demás mujeres de su tierra y de su época; también pasó por las mayores amarguras que haya podido sufrir una criatura, excepto su Hijo, que fue el Varón de dolores anunciado por el Profeta Isaías14. Por el don de fortaleza, que recibió en grado máximo, pudo llevar con paciencia las contradicciones diarias, los cambios de planes... Hizo frente a las dificultades calladamente, pero con entereza y valentía. Por esta fortaleza estuvo de pie ante la Cruz15. La piedad cristiana, venerando esta actitud de dolor y de fortaleza, la invoca como Reina de los mártires, Consoladora de los afligidos...
Finalmente, el Espíritu Santo la adornó con el santo temor de Dios, que en María fue solo una reverencia filial de altísima intimidad con el Señor, que la llevó de continuo a una profunda actitud de adoración ante la infinitud de Dios, de quien lo había recibido todo. Por eso se llama a sí misma la Esclava del Señor. Y, a la vez, Ella sabía muy bien que era la Madre de Jesús, la Madre de Dios, y también nuestra Madre.
1 Cfr. Misas de la Virgen María, La Virgen, templo del Señor, Antífona de comunión. — 2 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 3. q. 27, a. 5, ad 2. — 3 Cfr. R. Garrigou-Lagrange,La Madre del Salvador, pp. 411 ss. — 4 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 53. — 5 Cfr. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 9. — 6 San Josemaría Escrivá,Camino, n. 496. — 7 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, cit., 16. — 8 Mt 5, 8. — 9 Cfr. J. Polo, María y la Santísima Trinidad, Folleto MC n. 460, Madrid 1987, p. 29. — 10Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 61. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 133. — 12 Cfr. J. Polo, o. c., p. 39. — 13 Lc 1, 39. — 14 Is 53, 3. — 15 Cfr. Jn 19, 25.

Prefacio de la Santa Misa en el último día del Año Litúrgico - Sábado




En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, 
Dios todopoderoso y eterno,
y alabarte en esta festividad
de la Virgen María.

Porque al aceptar ella
a tu Unigénito
en su corazón inmaculado,
mereció concebirlo en su seno virginal
y, al dar a luz a Cristo,
preparó el nacimiento de la Iglesia.

Porque al unirse 
a las oraciones de los Apóstoles
y de los discípulos,
que esperaban la venida
del Espíritu Santo Consolador,
se convirtió en modelo
de la Iglesia suplicante,
y, desde su asunción gloriosa
a los cielos, sigue mostrando
su amor y protección a la Iglesia
que peregrina hacia la vida eterna,
hasta que venga el Señor, lleno de gloria.

Por eso, con todos los ángeles y santos
te alabamos sin cesar, diciendo:

Santo, Santo, Santo,
Santo es el Señor, Dios del Universo;
llenos están el Cielo y la Tierra de su Gloria;
Hosanna en el Cielo.
Bendito el que viene en Nombre del Señor,
Hosanna en el Cielo

Día litúrgico: 30 de Noviembre: San Andrés, apóstol


Juan Andrés Elton (+),  Andrés Donoso,  Andrés Claro,  a todos los que llevan el nombre de Andrés, Dios los bendiga...
Contemplar el Evangelio de hoy


Texto del Evangelio (Mt 4,18-22): En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
Comentario: Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL (Roma, Italia)
Os haré pescadores de hombres
Hoy es la fiesta de san Andrés apóstol, una fiesta celebrada de manera solemne entre los cristianos de Oriente. Fue uno de los dos primeros jóvenes que conocieron a Jesús a la orilla del río Jordán y que tuvieron una larga conversación con Él. Enseguida buscó a su hermano Pedro, diciéndole «Hemos encontrado al Mesías» y lo llevó a Jesús (Jn 2,41). Poco tiempo después, Jesús llamó a estos dos hermanos pescadores amigos suyos, tal como leemos en el Evangelio de hoy: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres» (Mt 4,19). En el mismo pueblo había otra pareja de hermanos, Santiago y Juan, compañeros y amigos de los primeros, y pescadores como ellos. Jesús los llamó también a seguirlo. Es maravilloso leer que ellos lo dejaron todo y le siguieron “al instante”, palabras que se repiten en ambos casos. A Jesús no se le ha de decir: “después”, “más adelante”, “ahora tengo demasiado trabajo”...

También a cada uno de nosotros —a todos los cristianos— Jesús nos pide cada día que pongamos a su servicio todo lo que somos y tenemos —esto significa dejarlo todo, no tener nada como propio— para que, viviendo con Él las tareas de nuestro trabajo profesional y de nuestra familia, seamos “pescadores de hombres”. ¿Qué quiere decir “pescadores de hombres”? Una bonita respuesta puede ser un comentario de san Juan Crisóstomo. Este Padre y Doctor de la Iglesia dice que Andrés no sabía explicarle bien a su hermano Pedro quién era Jesús y, por esto, «lo llevó a la misma fuente de la luz», que es Jesucristo. “Pescar hombres” quiere decir ayudar a quienes nos rodean en la familia y en el trabajo a que encuentren a Cristo que es la única luz para nuestro camino.

La centroderecha, los homosexuales y el AVP por MARCELO BRUNET




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El 17 de agosto de 2011 fue iniciada por mensaje presidencial la tramitación del proyecto de ley sobre acuerdo de vida en pareja, que regula las relaciones patrimoniales de las personas que han optado por una comunidad de vida diversa al matrimonio. Este es un buen test para medir quienes estamos de acuerdo con ampliar la visión tolerante y democrática y, en cambio, quienes se quieren quedar atrapados por sus fantasmas.
Sin duda el Acuerdo de Vida en Pareja regulará a gran parte de aquellas parejas heterosexuales que no quieren o no pueden casarse. Pero,sinceremos la discusión, también hace referencia a aquellas parejas integradas por personas de un mismo sexo que quieren reconocimiento legal a su unión. 
Por años los homosexuales fueron considerados como viciosos, incluso como enfermos. Hasta hoy algunos los consideran una anomalía. Apartados casi como leprosos. Hasta hoy se argumenta que asumir su existencia aumentaría su número. Los gays ha sido objeto de burla, desprecio y menoscabo en nuestra sociedad con nuestros chistes sobre los “colitas”, los “maricas”, los afeminados, burlarse de la inferioridad del sodomizado o caricaturizarlos reduciéndolos a lo que los propios gay denominarían “locas”, son muestras de aquello. Tal visión reduccionista, intolerante e ignorante está basada en una opinión seudoreligiosa que la ciencia repulsa [1] y que ni las propias doctrinas religiosas bien entendidas soportarían. [2]
La segregación a los homosexuales no es nueva: nuestra ley ha incurrido históricamente en los mismos vicios que criticamos antes. Hasta hace pocos años [3], era sancionable que adultos homosexuales libres y maduros tuvieran relaciones sexuales en privado. El solo nombre de dicho delito denota la connotación moralista de la sanción: sodomía. [4] Incluso hoy subsiste tal tipo penal, creando una arbitraria discriminación que solo afecta a hombres homosexuales, excluyendo al resto de los menores de edad como sujeto pasivo de iniciaciones sexuales irresponsables. [5]
La dignidad de los homosexuales, ignorada por años, exige no sólo que no se les discrimine, sino que se acepte plenamente su condición y se respeten sus derechos. Y la existencia de un acuerdo de vida en pareja apunta hacia esa línea.
Por años hemos equivocado en la centroderecha el trato a los homosexuales y mantenemos con ellos una deuda pendiente. Algunos hasta hoy incrementan esta deuda,  particularmente los sectores más conservadores, quienes por temor a debilitar la naturalidad de la condición heterosexual y el orden natural de la familia, por mera homofobia, o por simple ignorancia, han hecho que el sector ignore las demandas legítimas de dignidad de los homosexuales.
Esa visión, anclada en el pasado, nos ha alejado del ideario libertario que siempre hemos defendido: los partidarios de la centroderecha amparamos la dignidad de quienes merecen nacer, la decencia de la muerte natural y la superioridad ontológica de la persona por sobre cualquier otro ente terreno, cosas todas correctas, pero con la misma energía debemos defender también como sector la dignidad de quienes, por condición no elegida, tienen diferencias sexuales respecto de la mayoría.
En fin, creo que ha llegado la hora. Una derecha moderna debe favorecer la libertad, que quienes pretendan "salir del closet" puedan sentir que su dignidad les es resguardada, que no es sino propiciar la aristotélica igualdad isonómica de trato, resumida en tratar igual a quienes son iguales. La centro-derecha del siglo XXI debe avanzar no solo en legalizar las uniones legales homosexuales, sino también en apoyar la legislación en favor de la no discriminación, abogar para la tipificación de crímenes de odio, erradicar la odiosa distinción del delito de sodomía ya comentada y en general propiciar espacios de participación igualitaria en la que los homosexuales no sean juzgados sino por sus méritos y logros como al resto. Esos, y no aumentar la intolerancia, son los desafíos propios de una cultura de centro-derecha democrática.
Nadie debe vivir encerrados en un closet por miedo. Muchos homosexuales aun siguen en él por temor. Otros, siendo heterosexuales, viven encerrados en un armario aún más oscuro, frio y polvoriento: el de la ignorancia, la intolerancia y la discriminación. Promover y aprobar el Acuerdo de Vida en Pareja sería, para ellos, una muestra de apertura necesaria y de consecuencia con valores libertarios.

[1] La ciencia ha demostrado que se trata de una “condición” y no de otra cosa. Desde 1991 Simon LeVay descubrió que existe una diferencia en el porcentaje del tamaño y volumen del tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior (INAH3) entre hombres homosexuales y heterosexuales, aclarando que este es más grande en heterosexuales en comparación al hallado en cerebros homosexuales.
[2] En efecto, iglesias nacionales protestantes de Europa, en especial la de países nórdicos, como la Iglesia presbiteriana de Escocia, la Iglesia luterana de Suecia y la Iglesia luterana de Noruega han permitido, sin darle lugar a ningún prejuicio o discriminación, la comunión de homosexuales. En el caso de la doctrina católica, su Catecismo en su canon 2358 señala que los homosexuales “Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida”, no obstante tal credo considera la homosexualidad como un desorden natural.
[3] La Sodomía es contemplada como delito en Chile desde 1875. El Código Penal establecía en su Art. 365 la ilegalidad de que dos varones mantuvieran relaciones sexuales (anales-orales) entre sí. Dicho artículo se mantuvo casi inalterable por 120 años, hasta 1999, año en que la acción típica se modifica, sancionando al adulto hombre que sostiene relaciones homosexuales con menor hombre de 18 años pero mayor de 14.
[4] El término proviene del nombre de la antigua ciudad de Sodoma, la cual según la Biblia fue destruida por Dios por sus pecados, entre ellos la práctica del sexo anal.
[5] Un interesante estudio sobre el artículo 365 del Código Penal chileno del sicólogo y magister en criminología Leonardo Zúñiga Ogueta  puede leerse en http://www.almonacidycia.cl/recursos/Sodomia.pdf
 [6] Basta recordar el triste destino de cerca de 50.000 homosexuales en la URSS condenados  en aplicación del artículo 121 del Código Penal que proscribía la sodomía, con penas de hasta 8 años de trabajos forzados. Basta rememorar a Gorki en Humanismo Proletario: “Exterminad a los homosexuales y el fascismo desaparecerá”.
[7] Recomiendo leer los interesantes trabajos de Thomas Sowell a este respecto. Por todos, “Discriminación positiva y matrimonio homosexual”

Orar con Confianza‏


NOVENA DE CONFIANZA 
AL SAGRADO CORAZÓN


Oh Señor Jesús, 

a tu Sagrado Corazón 
yo confío esta intención... 

Solo mírame, 
entonces haz conmigo 
lo que tu Corazón indique. 

Deja que tu Sagrado Corazón decida...
Yo confío en ti... 

Me abandono en tu Misericordia, Señor Jesús! 

Ella no me fallará. 

Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío. 
Sagrado Corazón de Jesús, creo en tu amor por mí. 
Sagrado Corazón de Jesús, que venga tu Reino.

Oh Sagrado Corazón de Jesús, 
te he pedido por tantos favores, 
pero con ansias te imploro por esta petición. 

Tómala, ponla en tu abierto y roto corazón, 
y cuando el Padre Eterno la mire, 
cubierta por tu Preciosa Sangre, no podrá rehusarla. 

Ya no sera más mi oración, sino la tuya, Oh Jesús. 

Oh Sagrado Corazón de Jesús, 
pongo toda mi confianza en Ti. 
Nunca permitas que me confunda...

Amén

NOVENA DE CONFIANZA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Se repite hasta el final, los nueve días de la novena.
 
  La confianza es un acto de la voluntad 
por el que esperamos conseguir de Dios 
nuestra salvación y los medios necesarios para ello. 

Es una virtud que encierra fe, esperanza y caridad. 

El fundamento de la confianza 
está en que Dios es nuestro Padre, 
que cuida de nosotros 
más que de los cuervos y los lirios (Lc. 12, 24-27).
 
Nadie disfruta más de la bondad 
del Corazón de Jesús 
que el que tiene mayor confianza en Él. 

El peor y mayor mal 
que el demonio nos hace después del pecado, 
es hacernos desconfiar. 

"Lo que más le agrada es la confianza en Él" (Santa Margarita).
 
Necesitamos la confianza 
y la mejor manera de alcanzarla es pedirla a Dios.
 
Podemos pedir la confianza 
y todas las gracias y bienes 
que necesitamos con "la Novena de Confianza".
 
"Vayamos con confianza al trono de la gracia". (Hb. 4, 16).
 
Modo de hacer la Novena de Confianza:
 
Oh Jesús, a tu Corazón confío 
(esta alma, esta pena, este sufrimiento, 
este trabajo o la falta de éste, etc...), 
míralo, después haz lo que tu Corazón te diga; 
deja obrar a tu Corazón.
 
Oh Jesús, yo cuento contigo, yo me fío de Ti, 
yo me entrego a Ti, yo estoy seguro de Ti.
 
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
 
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío (nueve veces).
 
Oh dulce Jesús, que has dicho: 

"Si quieres agradarme, confía en Mí; 
si quieres agradarme más, confía más; 
si quieres agradarme inmensamente, 
confía inmensamente; 
las almas confiadas 
son las robadoras de mis gracias". 

Yo confío inmensamente en Ti. 
En Ti, Señor, espero; 
no sea yo confundido eternamente. 

Amén.
 
 
ORACIONES
 

ACTO DE CONFIANZA EN EL CORAZÓN DE JESÚS
 
 ¡Oh Corazón de Jesús!, 
Dios y hombre verdadero, 
delicia de los Santos, 
refugio de los pecadores 
y esperanza de los que en Vos confían; 
Vos nos decíais amablemente: 

“Venid a mí”; 
y nos repetís las palabras 
que dijisteis al paralítico: 

“Confía, hijo mío; tus pecados te son perdonados”, 

y a la mujer enferma: 
“Confía, hija; tu fe te ha salvado”, 

y a los Apóstoles: “Confiad, yo soy, no temáis”. 

Animado con estas vuestras palabras, 
acudo a Vos con el corazón lleno de confianza, 
para deciros sinceramente y de lo más íntimo de mi alma: 
Corazón de Jesús, en Vos confío.
 
(A cada invocación decimos 
“CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO"!
 
En mis alegrías y tristezas,
 
En mis negocios y empresas,
 
En mis prosperidades y adversidades,
 
En las necesidades de mi familia,
 
En las tentaciones del demonio,
 
En las instigaciones de mis propias pasiones,
 
En las persecuciones de mis enemigos,
 
En las murmuraciones y calumnias,
 
En mis enfermedades y dolores,
 
En mis defectos y pecados,
 
En la santificación y salvación de mi alma,
 
Siempre y en toda ocasión,
 
En vida y muerte,
 
En tiempo y eternidad,
 
 Corazón de mi amable Jesús, 
confío y confiaré siempre en vuestra bondad; 
y, por el Corazón de vuestra Madre, 
os pido que no desfallezca nunca 
esta mi confianza en Vos, 
a pesar de todas las contrariedades 
y de todas las pruebas 
que Vos quisierais enviarme, 
para que, habiendo sido mi consuelo en vida, 
seáis mi refugio en la hora de la muerte 
y mi gloria por toda la eternidad. 

Amén.
 
ORACIÓN FINAL
 
¡Oh, Señor Jesús!, 
vuestros santos misterios 
infundan en nosotros un fervor divino, 
con el que, recibida la suavidad 
de vuestro dulcísimo Corazón, 
aprendamos a despreciar 
lo terreno y amar lo celestial. 

Vos que vivís y reináis 
por los siglos de los siglos. 

Amén.
 
 
ACTO DE CONFIANZA 
DEL BEATO CLAUDIO DE LA COLOMBIÈRE
 
 Dios mío, estoy tan persuadido 
de que velas sobre todos los que en ti esperan 
y de que nada puede faltar 
a quien de ti aguarda todas las cosas, 
que he resuelto vivir en adelante 
sin cuidado alguno, 
descargando sobre ti todas mis inquietudes. 

Ya dormiré en paz y descansaré, 
porque Tú, solo Tú has asegurado mi esperanza.
 
Los hombres pueden despojarme 
de los bienes y de la reputación; 
las enfermedades pueden quitarme 
las fuerzas y los medios de servirte; 
yo mismo puedo perder tu gracia por el pecado; 
pero no perderé mi esperanza; 
la conservaré hasta el último instante de mi vida 
y serán inútiles todos los esfuerzos 
de los demonios del infierno para arrancármela. 
Dormiré y descansaré en paz.
 
Que otros esperen su felicidad 
de su riqueza o de sus talentos; 
que se apoyen sobre la inocencia de su vida, 
o sobre el rigor de su penitencia, 
o sobre el número de sus buenas obras, 
o sobre el fervor de sus oraciones. 

En cuanto a mí, Señor, 
toda mi confianza 
es mi confianza misma. 

Porque Tú Señor, sólo Tú, 
has asegurado mi esperanza.
 
A nadie engañó esta confianza. 

Ninguno de los que han esperado en el Señor, 
ha quedado frustrado en su confianza. 

Por tanto, estoy seguro 
de que seré eternamente feliz, 
porque firmemente espero serlo 
y porque de ti, Dios mío, 
es de quien lo espero. 

En ti esperaré, Señor, 
y jamás seré confundido.
 
Bien conozco, y demasiado lo conozco, 
que soy frágil e inconstante; 
sé cuánto pueden las tentaciones 
contra la virtud más firme; 
he visto caer los astros del cielo 
y las columnas del firmamento; 
pero nada de esto puede aterrarme. 

Mientras mantenga firme mi esperanza, 
me conservaré a cubierto de todas las calamidades; 
y estoy seguro de esperar siempre, 
porque espero igualmente esta invariable esperanza.
 
En fin, estoy seguro 
de que no puedo esperar con exceso de ti 
y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de ti. 

Así, espero que me sostendrás 
en las más rápidas y resbaladizas pendientes, 
que me fortalecerás contra los más violentos asaltos 
y que harás triunfar mi flaqueza 
sobre mis más formidables enemigos. 

Espero que me amarás siempre 
y que yo te amaré sin interrupción; 
y para llegar de una vez 
con toda mi esperanza 
tan lejos como puede llegarse, 
te espero a ti mismo, Creador mío, 
para el tiempo y para la eternidad. 

Así sea.
 
 
Sagrado Corazón de Jesús, 
sella mi alma para que jamás 
vuelva a cometer un pecado mortal.
 
En Vos confío.

Niño amable, de mi vida.  
Consuelo de los cristianos  
La gracia que necesito  
Pongo en tus benditas manos.  
                                                 Padre nuestro...  

Tú que sabes mis pesares   
Pues todos te los confío   
Da la paz a los turbados   
Y alivio al corazón mío.  
                                                 Dios te salve María...  

Y aunque tu amor no merezco  
No recurriré a ti en vano  
Pues eres Hijo de Dios  
Y auxilio de los cristianos.  
                                                  Gloria al Padre...
 
Acuérdate oh Niño Santo que jamás se oyó decir   
que alguno te haya implorado Sin tu auxilio recibir  
Por eso con fe y confianza Humilde y arrepentido  
Lleno de amor y esperanza Este favor yo te pido: 

Pedir la gracia que se desea y decir siete veces: 

DIVINO NIÑO JESUS BENDECIDNOS.

Novena de la confianza a María Auxiliadora

NOVENA DE LA CONFIANZA / MARÍA AUXILIADORA 

Madre amable de mi vida auxilio de los cristianos, 
la pena que me atormenta, pongo en tus divinas manos. 

Dios te salve María...

Tú que sabes mis congojas, pues todas te las confío, 
da la paz a los turbados y alivia el corazón mío. 

Dios te salve María...

Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a Ti en vano, 
pues eres madre de Dios y auxilio de los cristianos. 

Dios te salve María...

Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, 
que jamás se ha oído decir que ninguno 
de los que han acudido a tu protección 
haya sido abandonado; 
animado con esta confianza, 
me presento a ti. ¡Oh Madre de Dios!, 
no desoigas mis súplicas; escúchalas 
y acógelas benignamente, 
¡oh clemente, oh dulce Virgen María! 

(Pedir la gracia que se desea y rezar una Salve)