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Un relato que echa mano a todas las herramientas que ofrece la novela, excepto la principal: la ficción‏



Laurent Binet, el narrador francés que escribe novelas sin ficción

Ganó el Premio Gouncourt por HHhH, donde narra un episodio clave de la Segunda Guerra.
por Pablo Marín  Diario La Tercera, sábado 8 de septiembre de 2012

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El 27 de mayo de 1942, en la Praga ocupada por los nazis, un par de paracaidistas checoslovacos entrenados en Gran Bretaña atacaron al Protector de Bohemia Moravia, Reinhard Heyndrich, mano derecha de Heinrich Himmler en las SS. Una semana más tarde, las heridas causaron la muerte de uno de los cerebros del Holocausto, a quien el propio Adolf Hitler llamó “el hombre del corazón de hierro”.
A muy poco andar, tamaño hito de la resistencia pasó a poblar la ficción. Ya en 1943 Bertolt Brecht se valió de él para escribir el segundo de los cuatro filmes antinazis de Fritz Lang: Los verdugos también mueren. Y 60 años después, Triple agente, una de las cintas más atípicas de Eric Rohmer, rescataría nuevamente al siniestro personaje, que venía de ser encarnado por Kenneth Branagh en el telefilme Conspiracy (2001). Algo, sin embargo, resultaba inadecuado e insuficiente a ojos de Laurent Binet (1972): “El filme de Lang o el de Douglas Sirk (El verdugo de Hitler, 1943) son ficciones brillantes, pero no tienen nada que ver con la verdad histórica”.
Hijo de historiador, estudió literatura, hizo clases de francés en una academia militar eslovaca y visitó con curiosidad la iglesia de Praga donde yacen los restos de Jozef Gabcík y Jan Kubiš, los atacantes de Heydrich. Y estos se convertirían, al final de una década de idas, venidas, lecturas y cavilaciones, en los protagonistas de HHhH (abreviatura de “Himmlers Hirn heißt Heydrich”: “El cerebro de Himmler se llama Heydrich”). Premio Goncourt a la primera novela, ha vendido 200 mil ejemplares en Francia y se ha traducido a 23 idiomas. Con todo, prefiere no referirse al libro como “novela histórica”.
HHhH es una “infranovela”, remarca Binet, quien el lunes dicta una conferencia en el ciclo “La Ciudad y Las Palabras”, del doctorado en Arquitectura UC y apoyado por La Tercera. “Es un relato que echa mano a todas las herramientas que ofrece la novela, excepto la principal: la ficción. La problemática del libro era la siguiente: ¿Cómo contar una historia verdadera?”
Historia, ayer, hoy
La singularidad de HHhH no se limita al estatuto de la ficción, al uso de la evidencia disponible o, finalmente, a la naturaleza de la “verdad histórica”. Binet ha vertido en la obra su trabajo de investigación y el proceso de escritura, con sus dudas y tropiezos. Y lo que resulta es una mixtura que afirma un pie en la novela decimonónica y otro en la autoconciencia posmoderna. La pregunta sería, entonces, en qué territorio está más cómodo. “Me siento posmoderno en la forma, pero quizá más clásico en el nivel de la moral”, dice.
En relación con lo anterior está el tema del nazismo y sus secuelas, que se niegan a abandonar la ficción francesa, e incluso a ser polémicos superventas. Uno de los últimos episodios en esta línea fue el Goncourt atribuido a Las benévolas (2006), de Jonathan Littel, obra narrada por un ficticio ex oficial SS. Comparada con HHhH, para Binet Las benévolas“no explica gran cosa sobre el nazismo: no sé si era su objetivo, tal vez no. Prefiero La caída de los dioses, de Visconti, una reescritura de Macbeth adaptada a la ‘Noche de los cuchillos largos’”.
En las últimas páginas del libro, el autor/narrador que no distingue entre uno y otro, afirma que es imposible poner fin a una historia como la que contó y que ésta lo acompañará siempre. Eso no quiere decir, sin embargo, que se haya “pegado”. Y así es como ahora explica que sólo por el encargo que le hizo una revista francesa, acaba de terminar el último libro de Ian Kershaw, biógrafo de Hitler y autoridad mundial en el III Reich. Y añade que por estos días lee una biografía de Michel Foucault y libros sobre historia de la retórica.
Que quede claro: la historia sigue siendo central para Binet, pero se diría que el presente es el que lo ha convocado en el último tiempo. Hace pocas semanas publicó Rien ne se passe comme prévu (Nada ocurre como se ha previsto), minuciosa crónica de la campaña de François Hollande a la presidencia francesa. Acaso con la promesa de ofrecer el lado B de la política local, aunque no a la manera de Yasmina Reza, quien hizo lo propio en 2007 con Nicolas Sarkozy.
Llamó su atención la “enorme maquinaria de una campaña electoral”, dice hoy. “Era fascinante ver a toda esa gente encaminándose a un mismo objetivo, cada uno con un rol diferente, y sentir el estrés, el entusiasmo, la fatiga, la tensión reinantes”.
¿Por qué quiso seguir a Hollande? ¿Qué sabe ahora de él que no sabía al principio?
Quería que el candidato fuera de izquierda y que tuviera chances de ganar. El me dio una imagen inversa de la que daban los medios. Lo encontré un tipo determinado, un orador brillante. Una verdadera máquina de guerra política.
Ud. ha dicho que su próximo libro tendrá más diálogos y algo de Bret Easton Ellis…
No será exactamente “à la Bret Easton Ellis”, pero tendrá que ver con la relación entre realidad y ficción.
La persona del autor, ¿seguirá presente?
Pensaba que el “yo” estaría ausente, pero creo que va a estar: ya apareció en las primeras páginas que escribí.

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