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ÓSCAR HAHN Premio Nacional de Literatura: Una poesía versátil, ocurrente y lúdica



por Ignacio Valente 

Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 9 de septiembre de 2012

Por fin ha recibido Óscar Hahn el dichoso premio.
Una visión global de su obra poética sugiere de partida dos observaciones. La primera y más obvia es ya un tópico: la pluralidad de las corrientes, los influjos y manantiales diversos de los que ella brota como producto histórico: el Siglo de Oro español, el modernismo, las vanguardias y las posvanguardias, la antipoesía... Hahn es un sincretista y un ecléctico, en el mejor sentido -quizá el único bueno- de estas palabras: su voz ha dado unidad y timbre propio a todas aquellas voces de tiempos y lugares distintos.
Una segunda observación se refiere a ciertas cualidades típicamente suyas, de las cuales detallaré tres. Por una parte está el ingenio verbal, la astucia formal, la habilidad artesana de sus versos. La ingeniosidad suya lo acerca a poetas de la familia de Heine, Michaux o Parra (a quienes, por lo demás, poco se parece): los recuerda por su ligereza juguetona y por su espíritu lúdico; porque ellos y él son muy "ocurrentes" (lo que constituye un talento poético escaso y superior). Escribir poesía de calidad como si se estuviera jugando no es poca cosa. En seguida, muchos de sus poemas son dados a lo fantástico, no en el sentido en que el género lo es de suyo como obra de la imaginación creadora, sino en aquel otro aspecto al que alude la expresión "literatura fantástica" (a cuyo estudio se ha dedicado Hahn en su actividad académica): en su poesía hay muertos vivos, personificaciones de la muerte, carniceros reencarnados, seres espectrales en las habitaciones (todos ellos, eso sí, más de juego que de terror).
Las tres cualidades mencionadas -ingenio, juego, fantasía- no están por igual en cada poema, como es natural, pero rara vez faltan. Así, por ejemplo: "Estuve toda la noche parado frente a tu puerta / esperando que salieran tus sueños / A la una salió una galería de espejos / a las dos salió una alcoba llena de agua / a las tres salió un hotel en llamas / a las cuatro salimos tú y yo haciendo el amor / a las cinco salió un hombre con una pistola / a las seis se oyó un disparo y despertaste"...
Los núcleos temáticos de esta poesía son principalmente el amor y la muerte, lo que no parece muy original, pero tampoco pretende serlo: simplemente es así, como en tantos poetas; entre nosotros, por ejemplo, Eduardo Anguita y Gonzalo Rojas. El amor en la obra de Hahn está más cargado a la libido que al sentimiento, como ocurre también en el caso de Neruda, sólo que aquí con más procacidad, lo que refleja el paso de una generación a otra en materia de sexo.
En torno a la muerte giran varios poemas de Hahn. Algunos reflejan una experiencia lúcida -y también lúdica-, como éste del quirófano: "Levántate y anda al hospital me dijo la voz / Soy el fantasma anterior a tu nacimiento / Aún no es tiempo para el otro fantasma / Tu muerte te afectaría profundamente / Jamás podrías recuperarte de tu muerte / Me pusieron en una camilla y me metieron al quirófano / Al otro lado se ve el infinito qué miedo / Tengo un hoyo en el alma / por el cual se me escapa el cuerpo"... Pero otras veces el hablante exhibe una actitud no ya sólo lúdica sino más bien presuntuosa, que, tratándose de la muerte, tiene algo postizo y rebuscado: "Yo tuteo a la muerte. Hola, Flaca, le digo. ¿Cómo estái?". Fallido en sí, este lenguaje lo es también como palabra poética.
He hablado de dos temas centrales, pero Hahn es un poeta muy versátil, y tan rico en asuntos como en lenguajes. No sólo en lo formal, también en lo temático es un autor de "varios niveles". A veces aprovecha con maestría la contingencia de cualquier situación trivial; así en "Televidente": "Aquí estoy otra vez de vuelta / en mi cuarto de Iowa City / Tomo a sorbos mi plato de sopa Campbell / frente al televisor apagado / La pantalla refleja la imagen / de la cuchara entrando en mi boca / Y soy el aviso comercial de mí mismo / que anuncia nada / a nadie".
Otras veces -pocas- incursiona Hahn en la polis, y lo hace mejor cuando aborda el problema -los desaparecidos de la dictadura militar, por ejemplo- en forma indirecta, anecdótica y oblicua, como en este excelente "Hueso", que comienza así: "Curiosa es la persistencia del hueso / su obstinación contra el polvo / su resistencia a convertirse en ceniza", para terminar con la muda delación: "es una tibia un fémur unas cuantas costillas / una mandíbula que alguna vez habló / y ahora vuelve a hablar / Todos los huesos hablan penan acusan / alzan torres contra el olvido / trincheras de blancura que brillan en la noche / El hueso es un héroe de la resistencia". A la política y al problema nuclear habría que agregar la ingeniosa y suave crítica de la vida, como en este "Posmodernos": "Antiguamente éramos personajes / del gran teatro del mundo / Ahora no somos más / que actores secundarios / de una mala película".
Entre los muchos timbres formales de Hahn, es muy notable el que recrea la voz perenne del Siglo de Oro español. Difícil es encontrar, en esa línea, uno superior al célebre soneto "Gladiolos junto al mar", tantas veces citado, y con razón, del que reproduzco el primer cuarteto y el último terceto: "Gladiolos rojos de sangrantes plumas / lenguas del campo llamas olorosas: / de las olas azules olorosas / cartas os llegan: pálidas espumas"/ (...) / Y en cada dulce flor de sangre inerte / la muerte va con piel de sal entrando / y entrando van las flores en la muerte".
Algo de Garcilaso y algo de Quevedo, bien pasados por el siglo XX, hay en este poema. Y algo de Shakespeare, pasado por muchos ismos y también por Borges, y lleno de ingenio, habilidad y fantasía, es este clásico "Meditación al atardecer", que me permito citar entero por su belleza casi intemporal: "¿En qué piensa la última rosa del verano / mientras ve desfallecer su color / y evaporarse su perfume? / ¿En qué piensa la última nieve del invierno / mientras mira esos rayos de sol / que se abren paso entre las nubes? / ¿Y en qué piensa ese hombre / a la hora del crepúsculo / sentado en una roca frente al mar? / En la última rosa del verano / En la última nieve del invierno".
En un tiempo de escasa poesía castellana de valor, Óscar Hahn figura en el primer rango del género, con pocos nombres que le acompañen en América Latina.

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