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La política como partido de fútbol...


Si éste fuese un partido de fútbol, sería uno donde el juego sucio impera, donde la oposición entró a la cancha con un solo objetivo: no dejar jugar al otro.

por Andrés Benítez - Diario El Mercurio, 08/09/2012 - 04:00

SIEMPRE SE critica que este gobierno tiene un mal manejo político. Que es poco hábil a la hora de negociar y generar grandes acuerdos. Lo raro es que ésta es una sensación que cruza incluso a la gente de derecha, que no duda en festinar las críticas que hacen al Presidente y a su equipo. Probablemente nunca un mandatario se había enfrentado a comentarios más ácidos por parte de su propios partidarios. Una actitud que no deja de ser ingenua, porque olvida algo fundamental: Piñera no gobierna solo y al frente se ha encontrado con una oposición dura, que está dispuesta hacer lo que sea para rechazar sus proyectos y relativizar sus logros.
Porque, al final de cuentas, lo cierto es que si éste fuera un partido de fútbol, sería uno donde el juego sucio impera, donde la oposición entró a la cancha con un solo objetivo: no dejar jugar al otro. Esa es su única estrategia. Y para eso, se comportan igual que los equipos malos. Primero, hacen tiempo, dilatan las cosas hasta el último minuto, como sucede con todos los proyectos que presenta el gobierno. Segundo, siempre que pueden, tiran la pelota fuera de la cancha, como el año pasado, cuando se negaban a tramitar el presupuesto si no participaban los estudiantes. Tercero, juegan duro, a las patadas, aunque ello signifique caer en todo tipo de inconsistencias, como sucedió en la reforma tributaria.
Pues bien, cuando un equipo que intenta jugar -o gobernar- se encuentra con otro que quiere justo lo contrario, los partidos se desordenan, se hacen ásperos y sucios. No hay espacio para grandes jugadas, ni para mucha táctica. Son encuentros donde no hay grandes goles. Por el contrario, en medio de una trifulca de jugadores que intentan pegarle a la pelota como pueden, de pronto ésta entra al arco, de rebote, sin que nadie entienda nada.
Este es el partido que están jugando Piñera y su equipo. Un partido inesperado, porque cuando ellos fueron visita -oposición-, nunca jugaron así frente al local -el gobierno de turno-. Pero, a pesar de todo lo que cuesta llegar al arco contrario, ha logrado meter varios goles. Sus proyectos se tramitan al infinito, pero al final salen, como sucedió  esta semana con la reforma tributaria. Por otra parte, el país camina bien en muchas áreas, partiendo por la económica, donde cerrará su mejor período en 20 años. Todo esto, mejorando los indicadores de empleo, pobreza extrema y desigualdad, pese a la campaña que se ha hecho por desacreditar la encuesta Casen, por personas que, como Andrés Velasco, se escudan en la academia y lo técnico, pero que, en el fondo, tienen una clara agenda política.
En este tipo de partidos, el público nunca está contento. Incluso los que van ganando se quejan, porque sienten que el equipo no juega bien. De ahí las críticas. Pero pretender jugar bonito en estas circunstancias es otra ingenuidad. No están los tiempos para lucirse en la cancha. Lo único que se puede hacer es jugar duro también, porque de lo contrario se pierde. Y eso es lo que está haciendo Piñera. Tratando de sacar el partido como sea. Estas son ocasiones en que preocuparse del estilo es una frivolidad.  Lo que importa es el resultado. Y hasta ahora, le está yendo bien

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