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La guerra contra la droga no se ha perdido, nunca la hemos dado

Tribuna 
Diario El Mercurio, Domingo 09 de Septiembre de 2012 


Jaime Orpis 
Senador de la República y presidente honorario de Corporación La Esperanza
El senador Rossi, en su artículo publicado el 1 de septiembre, planteó que "el problema no es la droga, sino la prohibición", y entre sus argumentos afirmó que se ha "perdido la guerra" y la consiguiente necesidad de cambiar radicalmente el enfoque de las políticas públicas.
Pero la guerra contra las drogas no se ha perdido, el problema es que nunca la hemos dado. Históricamente se han concentrado los esfuerzos en combatir el narcotráfico (oferta) y se ha demostrado que, por eficientes que sean las policías, no se llega a decomisar más del 20%. Pero nunca se han hecho esfuerzos reales por disminuir el consumo a través de la prevención y rehabilitación (menos del 10% de los consumidores tiene acceso a tratamientos) para incidir sobre la demanda. Ahí debe estar el foco, no en la legalización.
Rossi y Lagos Weber han presentado un proyecto de ley para permitir el autocultivo de Cannabis sativa . Comenzar argumentando con "autocultivo" o "fines terapéuticos" es parte de una estrategia más global que tiene como objetivo final la legalización. A nivel latinoamericano es encabezada por los ex Presidentes Cardoso y Gaviria, y se les ha sumado el ex Presidente Lagos.
Los mismos estiman que estratégicamente no es conveniente plantearla de inmediato, ya que se considera una postura políticamente inviable en varios países.
Por otra parte, en su artículo, Rossi utiliza como ejemplos la violencia y muertes que se han generado en México y Colombia, y los 18 estados de EE.UU. que permiten la marihuana con fines terapéuticos, y avala la reciente iniciativa del Presidente Mujica en Uruguay de legalizar la marihuana, actuando el Estado como comercializador. Ante estos argumentos, hay algunas preguntas que debemos hacernos: ¿Qué ocurre en el resto del mundo?, ¿cuál es el verdadero problema que tiene Chile?, ¿es la marihuana una droga inocua?, ¿la legalización va a aumentar o disminuir el consumo?, ¿se ha perdido verdaderamente la guerra como dice el senador Rossi?, y por último, ¿cuál es el bien que debemos proteger?
En Chile el gran problema no es el narcotráfico, son los altos niveles de consumo, particularmente de marihuana. Y afecta drásticamente a la población escolar. En cuarto medio uno de cada cinco alumnos reconoce haberla consumido el último año, y la percepción de riesgo entre los adolescentes ha caído drásticamente.
Hoy, un 62% de jóvenes entre octavo básico y cuarto medio considera que consumir una o dos veces a la semana no provoca daño. El punto es que sí lo provoca y es adictiva. Según Senda, el 53% de los chilenos que ingresan a tratamiento de adicciones tiene diagnóstico de uso problemático de marihuana.
Uno de los estudios más completos se dio a conocer el pasado 27 de agosto en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. Éste demostró que "el consumo de marihuana sí produce un deterioro de las funciones mentales de la memoria, el aprendizaje y la atención, provocando efectos permanentes". Al mismo tiempo, es importante agregar que en la actualidad se comercializan cada vez más variedades de marihuana con mayores niveles de THC. Hace 30 años contenían 5%, en la actualidad entre un 15% y un 20%, lo que indudablemente genera mayores niveles de adicción.
La legalización no va a disminuir el consumo, lo va a aumentar, y desde ese punto de vista es contradictorio abrirse a esta posibilidad. Exponer a nuestra población a una mayor oferta de marihuana, teniendo presentes los altos niveles de consumo y frente a variedades de la misma que son cada vez más potentes, sería una imprudencia. Por otro lado, se plantea una política no apta para menores de edad, pero el tabaco y el alcohol, dos drogas legales que poseen leyes que regulan su consumo, en la práctica son las más consumidas por el mismo grupo etario. Es una irresponsabilidad no asumir el impacto que tendría la legalización en jóvenes y adolescentes.
Con respecto a la situación mundial, no debemos olvidar que varios países ya vienen de vuelta con el tema de la marihuana. Holanda, el paradigma de la liberalización, ha prohibido la venta de variedades con altos niveles de THC, junto con restringir cada vez más las patentes en los coffee shops . En Alaska -el primer Estado en EE.UU. que legalizó la marihuana a principios de los 70-, por votación popular se ha vuelto a penalizar pues el consumo en adolescentes se disparó, y en California evalúan las mismas medidas porque el haberla legalizado para fines terapéuticos se ha utilizado como subterfugio para venderla indiscriminadamente, por lo que se teme que el consumo esté aumentando fuertemente.
Por otra parte, creer que se va a acabar el narcotráfico al legalizar la marihuana es otro grave error. Eso sólo se lograría -hipotéticamente- si se hiciera lo mismo con todas las drogas. ¿Estamos dispuestos a dar ese paso? Para algunos resolvería el problema de México o de Honduras, pero no el nuestro. Es otro bien el que debemos proteger. Es urgente prevenir que más adolescentes caigan en la droga y deserten del colegio, debemos impedir que miles de jóvenes abandonen su proyecto de vida, que cientos de familias se destruyan y que más lactantes lleguen a centros del Sename porque su madre es adicta.
El consumo. Ése es nuestro problema. Las cifras son tan graves a nivel escolar, que lo urgente es aplicar una política de shock. Después de 12 años de luchar para que la prevención de droga y alcohol sea obligatoria en los colegios, afortunadamente el Presidente anunció el envío de una indicación al proyecto que actualmente se tramita en el Senado. Nuestro desafío es evitar el consumo, ese debe ser el bien que como parlamentarios y como sociedad, creo, debemos buscar.

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