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Gastos superfluos

Cartas 
Diario El Mercurio, Domingo 09 de Septiembre de 2012 


Señor Director:
Los políticos, tanto de gobierno como de oposición, tienen variados puntos de vista en cuanto a los impuestos que deben elevarse, bajar o eliminar. Por mi parte, pienso que al elaborarse el presupuesto anual se debiera revisar el gasto de cada repartición a fin de suprimir partidas que no se justifican en este momento o cuyos montos convendría rebajar a fin de aumentar otros absolutamente insuficientes, ello en aras de beneficiar a los chilenos de menores recursos en cuyo nombre siempre se hacen reformas.
Lo anterior lo digo porque a través de la prensa se reciben informaciones muy chocantes, como por ejemplo que en algunos casos niños enfermos que requieren medicamentos no son atendidos por falta de presupuesto y también que en los Servicios de Atención Primaria de Salud, donde los inscritos son cerca de 11 millones, se los atiende con un presupuesto anual de 36 mil pesos por persona; la insuficiencia de medios salta a la vista sin necesidad de ahondar en ella.
Por otra parte, la prensa también nos informa de las asignaciones de gastos de diputados y senadores, que llaman la atención porque no tienen relación con las funciones que la Constitución Política les encomienda. Quien lee que sólo la Cámara de Diputados gastó en enero de este año $603.297.960 en cosas absolutamente prescindibles no puede dejar de pensar en cuántos enfermos, que actualmente no se atienden por falta de presupuesto, habrían podido recibir la atención debida con esos fondos.
Otra partida de gastos que parece superflua es la de los asesores de imagen que ignoro si existe en los ministerios, pero sí sé que existen en la Presidencia y en el Congreso. Supe de la existencia de estos gastos durante la Presidencia anterior a la actual. Pienso que este es un gasto absolutamente prescindible, ya que la imagen debe darla el propio interesado con sus actuaciones. En cuanto a los demás asesores que existan, deben ser para temas que exijan especialización, ya que quien ocupa un cargo debe tener los conocimientos esenciales para el mismo. Sería interesante revisar los del Congreso en cuanto a sus títulos y número porque de seguro podrán compartirse algunos y eliminarse otros.
Finalmente, creo que existen numerosas asignaciones a diversas ONG, instituciones creadas para suplir la acción del Estado en la parte que éste no alcanza a cumplir con sus objetivos, las que creo que debieran ser también objeto de una severa revisión para dejar subsistentes únicamente a las que en verdad son necesarias y eliminar las que existen sólo por razones políticas.
Todo lo dicho es a modo de ejemplo, pues tengo el convencimiento de que, si se examina a conciencia cada partida de gastos en los respectivos ministerios, más de un recorte puede producirse que favorezca a la salud, vivienda y obras públicas, siempre escasas de presupuesto.
No se me escapa que el hecho de reducir los gastos del Congreso Nacional o del Ejecutivo parece una utopía, pero no pierdo la esperanza de equivocarme en este punto, ya que a lo mejor los políticos pueden terminar demostrándonos que están más interesados en el bienestar del país y sus habitantes que en el suyo propio.
Raquel Camposano Echegaray

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