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Asamblea Constituyente - no confundir los ejes...‏



Cartas 
Diario El Mercurio, Domingo 09 de Septiembre de 2012 
Asamblea constituyente

Señor Director:
El presidente del Senado fue claro en su diagnóstico: no puede confundirse el debilitamiento de la política con una crisis institucional. En efecto, quienes han instalado la idea de una asamblea constituyente, a partir de una visión profundamente ideologizada, quieren atribuir a nuestra Constitución y a la institucionalidad que se deriva de ella ser la causa de una multiplicidad de situaciones que les parecen reprochables.
La Carta Fundamental fue elaborada en lo sustancial por connotados constitucionalistas de distintas sensibilidades, reformada en 1989 luego de un acuerdo entre representantes del Gobierno y la oposición, modificada sucesivamente casi año por medio dentro de cauces institucionales y objeto de un "acto refundacional" en 2005, que llevó al Presidente Lagos a declarar el 17 de septiembre de ese año: "Tenemos por fin una constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile". Es un despropósito cuestionar su legitimidad.
Así, no se deben confundir los ejes. Que haya algún sector disconforme con el diseño institucional que consagra la Constitución de 1980 no implica concluir que ella no es perfectible en virtud de las normas y procedimientos que ella misma consagra. Sostener lo contrario, esto es, que el perfeccionamiento democrático debe darse al margen de la actual Constitución, significa afirmar que nuestra institucionalidad debe ser -o ya fue- sobrepasada. Implica reconocer tan alto grado de deslegitimidad y descomposición en las instituciones vigentes que se justifica que ellas incluso se desprendan de su poder para endosarlo a una asamblea constituyente. Si ésta fuera la situación actual, significaría que estamos en las puertas de una revolución. Y en ellas siempre ocurre que el que tiene mayor capacidad de instalar orgánicamente el diseño de sus demandas se termina imponiendo, incluso a través del ejercicio de la violencia para lograr su propósito.
Es para todos evidente que no estamos ni cerca de un escenario en que la realidad exija una solución como la aquí descrita. El ordenamiento constitucional vigente, si bien siempre perfectible como todas las obras humanas, contiene todos los elementos para dar seriedad, continuidad, institucionalidad y representatividad al progreso del país. Si esta perspectiva no se ha perdido en más de 20 años de ejercicio democrático, no hay motivo para pensar distinto hoy.
Máximo Pavez C.
Fundación Jaime Guzmán

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