Mick Taylor , el Rolling Stones olvidado‏

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La piedra que se fue rodando

Hace 38 años abandonó la banda. Desde entonces ha tenido una carrera dispareja y lejos de la vida millonaria que llevan sus ex amigos. Pero dice que no se arrepiente. Tras cumplirse los 50 años de música de los Stones, Taylor reaparece para ventilar algunos secretos.   Es muy difícil para otros artistas interpretar la música de los Stones, porque tienen su propia actitud y rebeldía que no tiene nada que ver con las notas, mientras que los Beatles serán recordados por su armonía y sus melodías, o Bob Dylan por sus palabras".   por John Bungey The Times Diario El Mercurio, sábado 21 de julio de 2012  El verano de 2012, por supuesto, ha traído el jubileo de una orgullosa institución británica -una que ha sufrido varios años horribles, pero que también ha disfrutado unos cuantos años maravillosos- y que ha sobrevivido a la moda con su dignidad y la mayoría de sus dientes intactos. Sí, los Rolling Stones cumplieron 50 años. El aniversario de su primer trabajo, el 12 de julio de 1962, estubo marcado por libros, películas, exhibiciones y un montón de bromas etarias, pero ni un atisbo de los matusalenes del rock. Los Stones dicen que no estarán listos para lanzar sus presentaciones de aniversario hasta 2013, una expedición que puede o no, según a quien uno le crea, llegar a su clímax en el Festival Glastonbury. Bill Wayman, que dejó la banda en 1992, está agendado como participante, y también ha sido invitado el hombre que está sentado junto a mí en un restaurante mexicano en North London, con un mojito y una ligera indigestión. "Si hubiera una gira, me encantaría hacerla, por supuesto que sí", dice el ex guitarrista Mick Taylor, "también me encantaría grabar algo. Pero hasta el momento sólo he oído rumores". Taylor no ha tocado con la banda completa hace 38 años y desde entonces ha disfrutado/soportado lo que educadamente podríamos llamar una carrera dispareja. Él es, sin embargo, el veterano del grupo que probablemente más veremos en las pistas este año, liderando su propia banda de blues con renovado vigor. A los 63 años, con su abrigo de ganadero, su papada rojiza y su impresionante cabellera (¿qué han hecho los Stones para retener tanto pelo?), tiene el aspecto de un granjero contento. Pero, como está un poco cansado de que le recuerden, él, en versión más joven e inexperta, una vez tocó una impresionante guitarra principal con lo mejor de los antiguos Stones: los que forjaron "Honky tonk women", "Brown sugar", "Tumbling dice" e "It´s only Rock'n'roll". Entre 1969 y 1974 los Stones crearon la plantilla que debería seguir en adelante toda banda de blues roquero con abuso de guitarra y abuso de drogas para reventar un estadio.   No es que el Taylor, entonces de 20 años, haya estado inicialmente convencido, tras incorporarse a los Stones desde John Mayall and the Bluesbreakers para remplazar al cada vez más errático Brian Jones: "Recuerdo los primeros ensayos, y haber estado impactado por lo desafinados y malos que eran", dice. "Recuerdo haberme preguntado cómo era posible que grabaran tan buenas canciones cuando ni siquiera eran capaces de afinar sus guitarras". Mick Jagger y Keith Richards, sin embargo, "a cada rato salían con grandes ideas" y, con una producción astuta, temas básicos se transformaban en oro.  Taylor se retiró en 1974, descontento por la falta de crédito en las letras de las canciones, aburrido de la inactividad de la banda a causa de que Richards se hundía más y más en la heroína, y preocupado por sus propios hábitos con las drogas. ¿Arrepentimientos? Ninguno, insiste. Taylor se integró a una banda con Jack Bruce, se fue de gira, grabó con Bob Dylan y lanzó álbumes decentes como solista. Pero la vida también le trajo una profunda adicción (pasó los años 80 en "una neblina narcoléptica"), el incendio de su casa en dos oportunidades (en 1975 y 1979) y adquirió una genealogía de veterano del rock: dos matrimonios, novias, una hija a cada lado del Atlántico. Hoy, mientras Mick Jagger tiene una fortuna estimada en más de 300 millones de dólares, Taylor vive en una casa pareada de dos dormitorios al fondo de un callejón en Suffolk. Mientras sus antiguos colegas viven una vida millonaria, Taylor insiste en que está contento. "Estoy muy feliz, muy relajado y saludable, comparado con otros momentos". Esto tiene mucho que ver con sus dientes. Gracias a los 15 mil dólares en implantes que le realizó un dentista de Norwich, ya no tiene que soportar la molestia de "dientes negros y rotos" que estropeó su vida social y musical. Está tocando regularmente y sigue en contacto con todos los Stones, a excepción de Keith Richards, que tiende a quedarse en su casa en Connecticut. En 2010 Taylor grabó un nuevo arreglo de guitarra para un tema a medio terminar de los Stones de 1972, mientras Mick Jagger hacía la parte vocal. "Plundered my soul" llegó a ocupar el número 15 en el ranking de singles en Francia. Si bien Taylor solía darle vueltas al asunto de los royalties supuestamente impagos -"eso puso una sombra sobre mi carrera"-, insiste en que a estas alturas no le importa lo que han ganado otros músicos. Le pregunto qué opina de la autobiografía de Richards publicada en 2010, Life, en la que el veterano Stone rinde generoso tributo a las habilidades musicales de Taylor, pero lo califica como tímido y malhumorado. "No creo que yo haya sido malhumorado. Él dice que yo estaba luchando contra demonios, pero él también lo estaba. Yo no era tímido, era sólo que todos querían hablar con Mick o Keith, no conmigo o Bill o Charlie (Watts)". "Disfruté el libro, pero en cierta forma es como leer sobre una persona totalmente diferente, un Keith mitológico, Keith el actor. Otras personas que lo conocen han dicho lo mismo. Cuando conocí a Keith, él era un tipo muy callado. Era tímido, por eso fue que se metió en la heroína, lo cual probablemente fue cierto para mí, pero mucho más tarde. "Lo que me sorprendió fue la competitividad, toda esa competencia por las mujeres. Él es un hombre a fines de sus 60 y suena como un chico de 18 años hablando sobre su amigo de 18". Taylor se enteró por el libro de lo triste que había quedado Richards cuando él renunció. Richards escribió: "Yo siempre quiero mantener unida a la banda. Puedes irte en un ataúd o con licencia por largo tiempo de servicio, pero de otra forma no puedes". Taylor lo recuerda de esta forma: "Él me envió un mensaje diciendo: 'Querido Mick, gracias por todo. Fue grandioso tocar contigo'. Y eso fue todo. Posiblemente porque yo tenía mis propios problemas, no me di cuenta de cómo le afectó". Taylor tiene mucho tiempo para Jagger: "Mick siempre fue el líder; él tomaba las decisiones, y todavía lo hace. Él era muy divertido, muy entretenido y muy inteligente. Recuerdo que Keith estaba muy afectado cuando firmamos con Atlantic Records después de que dejamos Decca. El contrato decía que los Rolling Stones siempre tendrían que estar compuestos por Mick Jagger y otros cuatro. No mencionaba a Keith, y él estaba muy ofendido". Jagger siempre fue ambicioso. "Viene de sus orígenes. Él era de clase media, mejor educado que el resto de nosotros, y estuvo en la London School of Economics. Por supuesto se volvió muy bueno con el dinero...". Cuando vi a Taylor por última vez, hace 15 años, el hecho de haber sido un ex Stone parecía pesarle mucho, mientras detallaba los desprecios que había recibido. Hoy parece mucho más contento y orgulloso de su servicio. No obstante, es optimista en cuanto al lugar de los Stones en la historia. "La gente me dice, '¿qué crees que pensará la gente sobre los Rolling Stones en 100 años más?'. Su música no viaja. Es muy difícil para otros artistas interpretar la música de los Stones, porque tienen su propia actitud y rebeldía que no tiene nada que ver con las notas, mientras que los Beatles serán recordados por su armonía y sus melodías, o Bob Dylan por sus palabras". "Pero eso no quiere decir que los Stones estén sobrevalorados. Pienso que Mick Jagger ha escrito grandes líricas y esta es la banda de rock más duradera que jamás haya existido". Y cuando llegue el 2013, a Taylor no le importaría acompañarlos en una última incursión.  © THE TIMES