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Los otros Por Andrés Benítez



Rector de la Universidad Adolfo Ibáñez

Hay dos formas de hacer un ranking de poderosos. La primera, las más tradicional, es simplemente asumir que quienes ostentan cargos importantes, son necesariamente los que también ostentan el poder. Si uno sigue esa lógica, entonces es obvio que el presidente encabezaría la lista, seguido por los ministros y los parlamentarios, por mencionar algunos. El problema de este enfoque es que no siempre el cargo entrega poder. En Chile tenemos un ejemplo perfecto en el actual ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter quien, como jefe de gabinete, debiera ocupar un lugar destacado en la lista de influyentes. Pero sabemos que no es así, por cuanto Hinzpeter no ha actuado como el tradicional ministro del Interior.

Por eso hay una segunda manera de ver el tema. Se trata de buscar aquellas personas que están influyendo en la sociedad, independiente del cargo que ostentan. Esta lista, que es la que aquí se presenta, es naturalmente más arbitraria y discutible, pero tiene el gran valor de escarbar un poco más en aquellas personas que hoy son referentes importantes en las distintas áreas de la vida chilena. Tampoco se trata de jóvenes líderes o promesas. Porque si bien no priman los más viejos en la lista, la mayoría de ellos tampoco son jóvenes. Se trata más bien de personas que ya llevan sus años trabajando y consolidándose en sus áreas. Finalmente, es posible que este tipo de poder, más asentado en la persona, coincida con alguien que también ostenta un cargo de alta responsabilidad. Pero lo importante es que no está en esta lista por ello, sino por la forma en que ha ocupado su cargo. 

Un caso emblemático de esto último es el de Ramiro Mendoza. Ningún otro contralor había tenido la influencia que él le ha dado al cargo, y ese es un mérito personal. No por nada, cuando abre un cupo en su repartición, recibe los curriculum de algunos de los mejores alumnos de las escuelas de Derecho, algo que nunca antes había pasado. Un caso similar es el de Carolina Schmidt, la única ministra considerada en el ranking de los poderosos. Ella tiene el mérito de haber transformado una secretaría más bien secundaria dentro del gobierno -ni siquiera es ministerio- en algo muy visible, logrando de paso sacar adelante uno de los proyectos más emblemáticos de la actual administración: el posnatal de 6 meses. De paso, se convirtió en la ministra mejor evaluada del gabinete, algo que nadie hubiera imaginado. Ambos casos demuestran entonces que su influencia no tiene que ver sólo con el cargo, sino con ellos mismos.

Bernardo Matte Larraín, por su parte, es un gran ejemplo de un liderazgo sin cargo, algo que no es menor tratándose del sector empresarial. El actual presidente de Colbún, que hace poco hizo noticia por el hecho político más significativo de los últimos años -la paralización de la línea de HidroAysén-, viene adquiriendo un rol muy significativo desde hace un buen tiempo. Así como su tío, Eliodoro Matte, participa de la vida pública a través del CEP, Bernando hace algo similar en ICARE, del que es uno de los vicepresidentes, y es quien dirige el círculo Empresa y Sociedad, donde se tratan los temas más candentes de la actualidad. En un camino similar, pero en otro ámbito, está Ignacio Rivadeniera, cuya influencia en La Moneda ha traspasado con creces su cargo de director de Contenidos. Es una de las personas más cercanas y de confianza de Piñera y su voz es siempre escuchada en todo tipo de materias.

Fuera de la política o del mundo de la empresa, la verdad es que no es fácil tener mucho poder. Sin embargo, hay personas que sí logran traspasar las fronteras, como es el caso del arquitecto Alejandro Aravena, el director del proyecto Elemental, que cambió la forma de enfrentar el problema de las viviendas sociales en Chile, generando una verdadera revolución cultural y de políticas públicas en ese tema tan relevante. Por ello es, por lejos, el arquitecto chileno más reconocido; tanto, que en la actualidad es miembro del jurado de premio Pritzker, que es como el Nobel de la arquitectura. Pero si lo de Aravena es significativo, lo de Pablo Simonetti es casi una hazaña, ya que su poder radica en su apoyo al mundo gay, algo inimaginable hace algunos años en Chile. Simonetti es, por ello, una de las personas más poderosas del país toda vez que ha impulsado cambios -como la ley antidiscriminación- que cambiarán para siempre a Chile en estas materias.

Casos como los de Camila Vallejo e Iván Fuentes, por otra parte, representan ejemplos de nuevos liderazgos cuyo poder radica en movimientos sociales. No tienen que ver con cargos, sino con un grado de influencia ganado por las circunstancias. La Vallejo es, en gran parte, responsable de la verdadera revolución que se vive en materia de políticas públicas en educación en nuestro país, y pese a que perdió su reelección en la Fech, es evidente que sigue siendo la cara del movimiento estudiantil, lo que prueba que la influencia no depende de la posición que uno ocupe en la sociedad, sino de la persona.

Estos son algunos ejemplos de esta lista del poder de Capital. De seguro no están todos los que tienen que estar, pero es un intento serio por mostrar a personas que, independientemente de sus cargos, están ejerciendo influencia en nuestro país. Gente que está provocando cambios efectivos y que para ello han usado sus cualidades personales. Lo que nos muestra que, para hacer una diferencia, no es necesario o no basta con adquirir un cargo. Hay que tener pasión, convicción y un sentido de servicio público muy desarrollado.

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